Viernes, 20 Marzo 2015 08:41

La credibilidad y la confianza

No hay una mayor fortaleza para quien dirige un país, que la credibilidad.
Para ejercer el liderazgo resulta de fundamental importancia que los gobernados tengan confianza en la palabra empeñada de su dirigente.

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No hay mayor debilidad para quien tiene en suerte dirigir que perder la credibilidad de quienes debe guiar.
La credibilidad debe preservarse a toda costa. La credibilidad debe conservarse, así como la integridad del líder o del jerarca, no prometiendo lo que no puede cumplir, no atacando lo que luego va a tener que adoptar por bueno y valedero.
No puede el líder hablar de corrupción sin pruebas y en consecuencia estar expuesto a no encontrarla y perseguirla, porque la credibilidad se pierde y el pueblo en consecuencia juzga que cuanto hay es simple y llanamente impunidad y, claro, politiquería. Acusación sin pruebas es difamación.
No puede responsablemente un jerarca oponerse a proyectos calificándolos de nocivos, oponiéndose a financiamientos, a diseños y características para luego de demorarlos y sin modificarlos en lo fundamental, adoptarlos como suyos.
No puede un líder preocupado de su credibilidad y en la confianza de sus electores atacar un proyecto tributario para luego retocándolo adoptarlo como propio. Es que descubierta la trama perdida la confianza. ¿Dónde está el honor de actuar así.
La palabra dada, la confianza, la credibilidad, el sentido del honor y de respeto por lo dicho, no puede perderlos quien dirige una organización o un país.
Pocas situaciones más trágicas para la gobernabilidad que descubrir que quien a través de la palabra busca orientar, dirigir, y confortar a un pueblo en una encrucijada, podría al día siguiente decir lo contrario y devolverse en sus palabras e ideas. ¿Le creemos ahora o le creemos después?
Muy grave resultaría para la gobernabilidad encontrar contradicción, ausencia de credibilidad y de confianza en quien es llamado a caminar delante mostrando el camino. ¡La desconfianza genera ingobernabilidad!
“Solo los ríos no se devuelven…” Pero no pueden estarse devolviendo de manera continua. Podemos como excepción desdecirnos, podemos como excepción asumir como propia una ruta ajena y criticada a la que hicimos oposición. No debe un líder, en quien las personas de una sociedad confían, atacar lo que luego va a abrazar.
Insto con todo respeto y consideración a quienes incurren en esta actitud a que cuiden más el capital de credibilidad y de confianza que tienen con el país. No le hagan el daño a Costa Rica de profundizar la pérdida de confianza y credibilidad en la clase política.
Es menester hacer acopio de toda seriedad y de todo pensamiento antes de asumir una posición y antes de emitir un criterio a la sociedad que gobiernan.
Emilio Bruce Jiménez