Martes, 06 Septiembre 2011 04:09

ESCRÍBEME

Durante el gobierno del militar y político venezolano  el general Marcos Evangelista Pérez Jiménez, muchos opositores fueron encarcelados.  Entre los detenidos y torturados, por varios años, se encontraba Guillermo Castillo Bustamante, cuya esposa Inés, también fue encarcelada. Las visitas a Castillo Bustamante estaban prohibidas, por lo que su única posibilidad de contacto era con su hija Inés, por vía epistolar. Ella recibía sus cartas, de mandatoria corta extensión y le enviaba, por medio de las suyas, las noticias de la familia.
Con un viejo piano facilitado a Guillermo Castillo por un sacerdote, en agosto de 1956, hace cincuenta y cinco años, don Guillermo compone una expresiva letra y música inspirado en el significado de las cartas, recibidas en prisión, de su hija Inés.  Dice la letra: “Son tus cartas mi esperanza, mis temores, mi  alegría y, aunque sean tonterías, escríbeme… escríbeme…”
En setiembre del año siguiente, 1957, el compositor  es liberado, pero expulsado de su patria Venezuela, por el gobierno autoritario de Pérez Jiménez. El destino debía ser Guatemala, pero después de permanecer un corto tiempo en Panamá, Castillo Bustamante, se queda en Costa Rica.
Su amigo y compatriota,  el tenor Alfredo Sánchez Luna, se rencuentra aquí, con el compositor. Guillermo muestra a Alfredo Sadel, nombre artístico de su amigo,  la obra compuesta, para su hija, en prisión: “Me hacen más falta tus cartas que la misma vida mía, lo mejor morir sería, si algún día me olvidaras. Cuando llegan a mis manos su lectura me conmueve, y aunque sean malas nuevas, escríbeme...escríbeme...”
El tenor decide regresar a Venezuela y convencer a Victor Saume del programa Show de las Doce para que le permita, en pleno gobierno autoritario, cantar con su magnífica voz de tenor, el bolero dedicado por Castillo Bustamante a su hija Inés, desde la opresiva prisión del gobernante: “ Tu silencio me acongoja, me preocupa y predispone y aunque sean tonterías, escríbeme… escríbeme…y, aunque sea con borrones, escríbeme…escríbeme.”
Posiblemente, tanto Inés su esposa, como su hija, oyeron, por primera vez, este bellísimo bolero y supieron de su autor, esposo y padre, pues Sadel no solo la entonó, sino que anunció valientemente el nombre de su autor.   Al tiempo que Alfredo Sadel daba a conocer el bolero, Lucho Gatica lo hacía también, en otro contexto, producto de su amistad con el compositor Castillo y el tenor Sadel.
“Escríbeme” es un bolero entrañable y su historia está enraizada en la tragedia de las prisiones políticas latinoamericanas y en las ansias, del padre, por las cartas y noticias de su hija.  Castillo Bustamante volvió a Venezuela, una vez derrocado el carcelero y murió  en 1974.  Inés, la hija y protagonista de esta pequeña joya del bolero, hasta dónde conozco, vive aún en Venezuela. Pérez Jiménez murió en España en  el 2001. El bolero de Castillo Bustamante lo sobrevive. Ojalá, al oir esta bella pieza, compuesta en condiciones apremiantes para su autor, se recuerde siempre a Castillo, Sadel y Saume, tres valientes, unidos en  la lucha contra la tiranía, por un bello bolero.
Mario Quirós Lara.
Durante el gobierno del militar y político venezolano  el general Marcos Evangelista Pérez Jiménez, muchos opositores fueron encarcelados.  Entre los detenidos y torturados, por varios años, se encontraba Guillermo Castillo Bustamante, cuya esposa Inés, también fue encarcelada. Las visitas a Castillo Bustamante estaban prohibidas, por lo que su única posibilidad de contacto era con su hija Inés, por vía epistolar. Ella recibía sus cartas, de mandatoria corta extensión y le enviaba, por medio de las suyas, las noticias de la familia.
Con un viejo piano facilitado a Guillermo Castillo por un sacerdote, en agosto de 1956, hace cincuenta y cinco años, don Guillermo compone una expresiva letra y música inspirado en el significado de las cartas, recibidas en prisión, de su hija Inés.  Dice la letra: “Son tus cartas mi esperanza, mis temores, mi  alegría y, aunque sean tonterías, escríbeme… escríbeme…”
En setiembre del año siguiente, 1957, el compositor  es liberado, pero expulsado de su patria Venezuela, por el gobierno autoritario de Pérez Jiménez. El destino debía ser Guatemala, pero después de permanecer un corto tiempo en Panamá, Castillo Bustamante, se queda en Costa Rica.
Su amigo y compatriota,  el tenor Alfredo Sánchez Luna, se rencuentra aquí, con el compositor. Guillermo muestra a Alfredo Sadel, nombre artístico de su amigo,  la obra compuesta, para su hija, en prisión: “Me hacen más falta tus cartas que la misma vida mía, lo mejor morir sería, si algún día me olvidaras. Cuando llegan a mis manos su lectura me conmueve, y aunque sean malas nuevas, escríbeme...escríbeme...”
El tenor decide regresar a Venezuela y convencer a Victor Saume del programa Show de las Doce para que le permita, en pleno gobierno autoritario, cantar con su magnífica voz de tenor, el bolero dedicado por Castillo Bustamante a su hija Inés, desde la opresiva prisión del gobernante: “ Tu silencio me acongoja, me preocupa y predispone y aunque sean tonterías, escríbeme… escríbeme…y, aunque sea con borrones, escríbeme…escríbeme.”
Posiblemente, tanto Inés su esposa, como su hija, oyeron, por primera vez, este bellísimo bolero y supieron de su autor, esposo y padre, pues Sadel no solo la entonó, sino que anunció valientemente el nombre de su autor.   Al tiempo que Alfredo Sadel daba a conocer el bolero, Lucho Gatica lo hacía también, en otro contexto, producto de su amistad con el compositor Castillo y el tenor Sadel.
“Escríbeme” es un bolero entrañable y su historia está enraizada en la tragedia de las prisiones políticas latinoamericanas y en las ansias, del padre, por las cartas y noticias de su hija.  Castillo Bustamante volvió a Venezuela, una vez derrocado el carcelero y murió  en 1974.  Inés, la hija y protagonista de esta pequeña joya del bolero, hasta dónde conozco, vive aún en Venezuela. Pérez Jiménez murió en España en  el 2001. El bolero de Castillo Bustamante lo sobrevive. Ojalá, al oir esta bella pieza, compuesta en condiciones apremiantes para su autor, se recuerde siempre a Castillo, Sadel y Saume, tres valientes, unidos en  la lucha contra la tiranía, por un bello bolero.
Mario Quirós Lara.