1. Las entidades públicas se resisten a cumplir una directriz emitida el 15 de febrero del 2011 por la señora Presidenta Laura Chinchilla Miranda, la cual tiene como fin atenuar el déficit fiscal. ¿Un evidente acto de rebeldía o carencia de liderazgo? La Señora Presidenta pidió un recorte de ¢106.000 millones colones, pero las entidades están dispuestas a reducir el gasto únicamente en ¢31.000 millones, lo que equivale a un 29%. En un contexto deficitario como el costarricense el gobierno debería exigir una reducción de gastos superfluos y en menor medida a recortar programas fundamentales para el crecimiento económico.

1. Se insiste en un ajuste fiscal como solución a los problemas macroeconómicos que presenta Costa Rica, sin hacer un análisis profundo de las verdaderas causas que limitan una mayor recaudación o de las bases impositivas de los que debieran ser los grandes contribuyentes.

Es increíble escuchar al Señor Presidente del Banco Central de Costa Rica decir que El margen que tiene el Banco Central para paliar los efectos en la población costarricense de una eventual recesión en Estados Unidos es menor sin un ajuste fiscal interno. Podríamos estar al borde de una nueva recesión mundial inducida por los problemas estructurales estadounidenses y de deuda europea, y como es bien sabido, ante este panorama se debe promover una reducción de los  impuestos a fin de incrementa la rentabilidad de la inversión y así fomenta la acumulación, la innovación y el desarrollo, y con ello la tasa de crecimiento.

1. Como medida de reactivación contra-cíclica, aumentar la inversión pública tiene mayor impacto en el empleo y en la reactivación económica y también suele ser mejor desde el punto de vista de la justicia social que aumentar los impuestos, sin embargo en el periódico La República del día lunes 22 de agosto se informa que la mayoría del dinero para proyectos de infraestructura considerados urgentes está sin utilizar, de $1.350 millones en créditos aprobados solo un 27% ha sido usado, lo anterior como una evidencia más de que el problema del Gobierno no es de dinero sino de Gestión.

Es por esto que se entiende la insatisfacción del pueblo, que reclama las prioridades por parte del gobierno. Es preocupante, que este disgusto vaya acompañado del incumplimiento de las promesas de campaña, especialmente en lo que respecta a la firmeza de la Gestión por parte de Doña Laura.

PATRICIA PÉREZ HEGG