Jueves, 22 Agosto 2013 07:34

El Terroncito Vacilón…

El 13 de agosto de 1988, en La Nación de aquel día, se publicó un artículo de Edgar Espinoza con el título de este comentario. Versaba aquel cuento, sobre un intercambio de pueblos, que consistía en que los japoneses se venían para Costa Rica y los ticos nos íbamos para Japón.

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La lectura del artículo le saca irremediablemente a uno la risa, pues el costarricense posee un alto sentido del humor, pero le deja al final ese sinsabor, de ver un pueblo que refugiado en una idiosincrasia burlesca, carnavalesca y hasta irreflexiva; no genera los cambios de actitud necesarios para alcanzar una ruta, que por fin nos saque de este subdesarrollo mental en el que hemos caído.
Desde que mi profesor de economía, Luis Guerrero nos lo leyó y compartió una copia, me lo guardé con la determinación de que desde el momento en que yo diera lecciones en la Universidad, haría la misa reflexión cada vez que un curso iniciara. Eso ha sucedido desde hace 15 años pero el cambio no llega.
La lectura obligada del artículo y la respuesta a la pregunta: ¿Hemos cambiado en algo? es material visto al inicio de cada clase en la parte del curso que denomino “Mi cuota de responsabilidad social”. En ella, pretendo siempre estimular mentes críticas y creadoras de opinión. Cosa urgente y necesaria en un país que ha perdido en sus estudiantes esa criticidad y esa capacidad de reflexión.
En qué ha cambiado la Costa Rica de hoy de aquella que narraba el autor de este artículo hace 25 años?. No en mucho. Pese a que ya no hay guerra en la región, el vecino del norte sigue teniendo las mismas mentes en el poder, con su retórica insicuérvida y su séquito de serviles.
La chabacanería sigue reinando en el país a la hora de abordar los temas importantes, la sequía de ideas sigue siendo el común denominador en este ritual de cada cuatro años al que llamamos democracia, el fanatismo por el fútbol nos hace incapaces de ver más allá de presentaciones mediocres en torneos internacionales, la incapacidad de tomar decisiones nos mantiene siendo esclavos de comisiones investigadoras, procesos judiciales interminables, mesas redondas, comisiones de notables y cuanta ocurrencia tengamos para dilatar la toma de decisiones efectiva.
Entre algunos breves extractos de aquella historia se lee: “…el día en que los japoneses arribaron al país en cientos de barcos y flotas aéreas cargados de arados mecánicos y herramientas de trabajo, los ticos aún no se habían despertado porque la víspera se acostaron tarde celebrando el inusitado acontecimiento”; y que, “un mes después de su partida, los ticos aún no habían llegado a su destino, primero porque se extraviaron, y luego porque en su primera escala encontraron a Hawai tan parecida a Portete, que decidieron tomar por adelantado sus vacaciones anuales…”
Sigue narrando el cuentista, que “…cuando llegaron a la tierra del sol naciente, el invierno con su tormentas de nieve sorprendió a los ticos en short y guayabera, y fue tal la helazón que sufrieron, que las incapacidades no dieron abasto, los permisos para irse temprano dejaron desiertos los templos de trabajo y el ausentismo laboral fue de campeonato…”
Aquella Costa Rica 25 años atrás sigue teniendo los mismos signos de subdesarrollo: Impuntualidad, vacilón en exceso, postergación de la toma de decisiones y un etc. que fácilmente encuentra sus sinónimos en esta lectura, cargada de reflexión y que a gritos pide después de 25 años que nos pongamos más serios y transformemos este Terroncito Vacilón….