Martes, 02 Julio 2013 07:36

El silencio del Pueblo.

La obstrucción mental del pueblo son las mentiras que nos hacen creer las personas que están en eminencia, dirigiéndonos y controlando el sistema a como les place y no dan apertura a la democracia o las opiniones de un pueblo callado, siendo sólo ellos los que gozan de las mieles del poder y del control de lo que sea necesario.

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Lamentablemente el pueblo no se da cuenta del poder que tiene, ni el que le dan las palabras del juramento que hacen todos los altos funcionarios públicos que expresa "Que Dios os la Patria lo demanden", refiriéndose a nosotros como pueblo-patria, patria-pueblo. Como hijos de la patria debemos demandar aquellos que traicionan al sistema y a su propia nación. La traición a la patria trae como consecuencia la detención del desarrollo y el progreso; amenaza la seguridad y paz social; detiene la economía y cambia la justicia por actos de corrupción. Igualmente defraudan la confianza dada por el pueblo a los que nos gobiernan, quienes al no cumplir a cabalidad con sus deberes, favorecen a que se extiende la brecha de la desigualdad entre ricos y pobres.
Así mismo la ineficiencia distorsiona el uso los recursos públicos, que son el esfuerzo de un pueblo, los cuales deben ser usados en el mejoramiento del país, en campos como Educación, Salud e infraestructura pública -carreteras, puertos y aeropuertos, entre otras., las cuales y para nadie es un secreto, que llevan un retraso de muchos años, en un país que se considera “en vía de desarrollo”.
Las malas decisiones políticas y malas administraciones nos hacen retroceder cada día más pero no sólo las administraciones tienen la culpa entera, hoy en día, el pueblo no se da cuenta que ha caído en una hipnosis de conformismo y en una afonía que nos ha salido bien cara, al mismo tiempo, con nuestro silencio e inacciones, las cuales hemos confundido con el pacifismo.
Hoy vivimos con conformismo pero también muchos viven en la vagancia, esa misma vagancia de no querer hacer lo qué se tiene que hacer. Hay que asumir la responsabilidad que como ciudadanos, cada uno tiene con la patria y no dejar de hacerlo, ya sea por miedo, por pereza o simplemente por esperar a que otro lo haga, cayendo así en lo mismo siempre.
Por todo lo anterior, con razón alzo la voz para reclamar y poner en alerta a un pueblo callado, que, a través del tiempo, se ha dejado domesticar y se ha quedado dormido en sus laureles.
Pablo Jarquín Vargas