Recientemente, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los representantes de los estados adscritos a ese órgano se deleitaron hablando sobre todos esos bellos conceptos. En nombre de los derechos humanos allí se esbozan una inigualable cantidad de buenas intenciones, de propósitos nobles, de ideas de avanzada y alguno que otro inepto, se rasga las vestiduras hablando de lo bien que actúan en su país, en cuanto al cumplimiento de todos los principios contenidos en la carta fundamental constitutiva de ese órgano. Si les pusieran el detector de mentiras, a más de uno tendrían que llevarlo preso.
Una vez concluida esa Asamblea, la pregunta de siempre. ¿Y ahora qué? Ya se cumplió con el ritual, se gastaron miles de dólares en transmisiones televisivas, en hoteles de lujo en una de las ciudades más caras del mundo, en sistemas de seguridad y protocolo y una cobertura exagerada de un evento que igual que todos los años, pasa sin pena ni gloria.
Después de los discursos, no he visto un solo signo que detenga ya y para siempre el hambre en África, la matanza de seres humanos que profesan tal o cual religión. La pobreza sigue siendo reina en muchos países del tercer mundo. En el nuestro, el 20% de la población se ha mantenido en pobreza desde hace décadas y cada nada uno escucha al mesías aquel que nos hablaba de que en 2020 Costa Rica habría superado el subdesarrollo, pero en la realidad no hemos superado ni siquiera la reparación del puente de la platina.
Las atrocidades que se ven cada día no son nuevas. El tema del Medio Oriente ha sido tema de larga data, los abusos en el poder de dictadores instaurados por regímenes disfrazados de democracia, las democracias poco funcionales -ya como la nuestra- y la creciente malacrianza de minorías irreflexivas, tienen a estos organismos dictando normas a países como el nuestro, para atender cosas tan triviales como la circulación de un libro, porque a alguien con poco qué hacer, se le ocurrió acusarlo de racista.
Hay ciertos organismos que no son más que enormes elefantes blancos, masas burocráticas que no sirven sino, como medio de pago de favores políticos para muchos que han vivido allí felices, viajando con privilegios de diplomático en su mundillo rosa.
Son organismos que viven diciéndole a sus países miembros qué hacer. Muy concentrados en impedir la circulación de un libro y obligando a países pequeños, promover legislaciones que favorezcan temas como el aborto o legislar en temas, sin valorar la idiosincrasia, los valores sobre los que se fundamenta ese estado y violentando el principio fundamental que protege la autodeterminación de los pueblos.
¿Por qué esos organismos no reaccionan ante el genocidio qué actualmente se perpetúa en Siria? ¿Qué intereses hay para dejar ver y dejar pasar? Será que hay compañías de armas, muy interesadas en prolongar esos conflictos para probar sus últimos inventos? Será que hay compañías interesadas en el aborto como negocio? O tendrán la mira puesta en sistemas de seguridad social que necesitan ser desgastados para luego justificar su privatización?. Tal vez mi comentario me haga ver cómo pesimista o mal pensado, pero por años, estos organismos han vivido dictando cátedra teórica, pero en la práctica, se han quedado en mucho ring ring y nada de helados...