Producto del congestionamiento vial se acuño el término “El efecto mirón” para denotar las enormes presas que se arman producto de la curiosidad, todos queremos saber qué acontece, pasamos bien despacio para obtener los máximos detalles y esto deriva en retrasos, que si alguien pudiera cuantificar, significarían sumas astronómicas en millones de colones.
El Puente sobre el Río Virilla, ahora conocido como de “La Platina”, ubicado en las inmediaciones del Colegio Castella, es un monumento a los mirones que se extiende kilómetros en ambos sentidos de la vía.
No pocas veces el curioso termina incrustando el vehículo en la parte trasera de quien va adelante, porque no se percató a tiempo que el otro frenó de repente y entonces el desmadre en el tráfico toma proporciones descomunales.
El “Efecto Mirón” tiene implicaciones viales, pero ya en la existencia cotidiana, el daño es posiblemente mayor, porque por estar viendo lo que tiene el otro, qué hace, qué come, cómo viste, entrometiéndonos en la vida del familiar, del vecino, del conocido, el devenir se nos trastorna, incapaces de conducir el vehículo propio en el de por sí complicado tránsito terrenal, lo bloqueamos al querer dirigir la existencia ajena.
El “Efecto Mirón” es nocivo desde cualquier ángulo que se le vea, no pocas veces se tiñe de envidia, lujuria, gula, rencor, odio y una serie de afecciones que envenenan el alma.
Existe una enorme diferencia entre quien mira y quien contempla, por lo general quien contempla se coloca a la vera del camino, no interfiere con los demás y se extasía en los detalles de aquello que se presenta ante sus sentidos, sea un edificio hermoso, la belleza del ser humano, un atardecer, el volcán, el río, el mar, el paisaje, el amor, la vida, los sueños, la esperanza, aquello que nos nutre y enriquece.
Los mirones, no sólo entorpecen el tránsito a los demás y en la vida cotidiana se envenenan, la pérdida para ellos es mayor, poco a poco mutilan y matan el éxtasis que da la contemplación, alimento nutritivo para el alma.
Producto del congestionamiento vial se acuño el término “El efecto mirón” para denotar las enormes presas que se arman producto de la curiosidad, todos queremos saber qué acontece, pasamos bien despacio para obtener los máximos detalles y esto deriva en retrasos, que si alguien pudiera cuantificar, significarían sumas astronómicas en millones de colones.
El Puente sobre el Río Virilla, ahora conocido como de “La Platina”, ubicado en las inmediaciones del Colegio Castella, es un monumento a los mirones que se extiende kilómetros en ambos sentidos de la vía.
No pocas veces el curioso termina incrustando el vehículo en la parte trasera de quien va adelante, porque no se percató a tiempo que el otro frenó de repente y entonces el desmadre en el tráfico toma proporciones descomunales.
El “Efecto Mirón” tiene implicaciones viales, pero ya en la existencia cotidiana, el daño es posiblemente mayor, porque por estar viendo lo que tiene el otro, qué hace, qué come, cómo viste, entrometiéndonos en la vida del familiar, del vecino, del conocido, el devenir se nos trastorna, incapaces de conducir el vehículo propio en el de por sí complicado tránsito terrenal, lo bloqueamos al querer dirigir la existencia ajena.
El “Efecto Mirón” es nocivo desde cualquier ángulo que se le vea, no pocas veces se tiñe de envidia, lujuria, gula, rencor, odio y una serie de afecciones que envenenan el alma.
Existe una enorme diferencia entre quien mira y quien contempla, por lo general quien contempla se coloca a la vera del camino, no interfiere con los demás y se extasía en los detalles de aquello que se presenta ante sus sentidos, sea un edificio hermoso, la belleza del ser humano, un atardecer, el volcán, el río, el mar, el paisaje, el amor, la vida, los sueños, la esperanza, aquello que nos nutre y enriquece.
Los mirones, no sólo entorpecen el tránsito a los demás y en la vida cotidiana se envenenan, la pérdida para ellos es mayor, poco a poco mutilan y matan el éxtasis que da la contemplación, alimento nutritivo para el alma.