Sábado, 14 Mayo 2011 09:40

Educación musical costarricense

Cierto día un pintor japonés llamado Tanaka se acercó al maestro Shinichi Suzuki solicitándole que le enseñara a tocar violín a su hijo de cinco años, Teiichi se llamaba el infante; esto no presentaba ninguna dificultad para Suzuki, sin embargo al mirar al niño notó que éste era ciego. Ante la petición del pintor, la sensibilidad del maestro desembocó en que sus ojos se poblaran de lágrimas.
Shinichi Suzuki solicitó que lo dejaran pensar una semana, esa noche reflexionó con su violín en mano como enseñar al pequeño Teiichi. La semana transcurrió y al encontrarse de nuevo con el señor Tanaka el maestro dijo: "no tendrá necesidad de los ojos del cuerpo si consigo enseñarse a hacer uso de los del alma", la aceptación de Suzuki fue alegría para la familia del niño, quién se comprometió en el proceso de estudio.
Un año después el pequeño Teiichi junto a otros niños en la sala de conciertos Hibiya de Tokio, tocó el concierto de Seitz; ese día entre el público que asistió al recital surgieron muchas lágrimas. El maestro Shinichi Suzuki considera que la humanidad es perfectible y camina en búsqueda hacia el amor, la verdad, la virtud y la belleza.
Éste relato extraído del libro "Hacia la música con amor" de Shinichi Suzuki, nos invita a reflexionar acerca de la educación musical, ha de ser una educación que procure desarrollar grados de humanismo, mediante la apreciación y ejecución instrumental, ya sea de manera recreativa o formal, instando a una real integración de todas las personas, reconociendo en ellas sus capacidades y potenciándolas al máximo.
Las clases tediosas de búsqueda de significados de palabras de himnos que jamás memorizarán deben ser desplazadas por una formación musical interactiva, dialógica, un momento de encuentro mediante la experiencia musical. El maestro violoncelista Pablo Casals en su momento expresó "la música ocupa tan alto lugar en la vida civilizada que tal vez sea la música lo que redima y salve al hombre"; la educación musical no debe ser vista como un momento de distensión sino como un oportunidad de desarrollar una sociedad más humana.
La educación musical costarricense en los últimos cinco años ha tenido un repunte, en manos de diversas entidades, como municipalidades comprometidas, así como el impresionante trabajo del Sistema Nacional de Educación Musical (SiNEM), sin desmeritar los esfuerzos loables del Ministerio de Educación Pública en base al proyecto Ética, Estética y Ciudadanía.
Los cambios son notorios y necesarios, sin embargo aún falta más, y esto se logrará mediante un esfuerzo colectivo, si bien existen grandes aportes externos, como donaciones y actualizaciones profesionales, es necesario un apoyo más sentido de la comunidad misma hacia los proyectos existentes y en la creación de nuevas acciones musicales.
La educación musical no es mero disfrute banal, sino más bien una formación en estética que marcará el camino de una sociedad costarricense cada vez más sensible, cada vez más humana, donde además de los ojos del cuerpo utilicemos los ojos del alma para caminar juntos hacia la redención de la humanidad. Esteban Josué Beltrán Ulate
Cierto día un pintor japonés llamado Tanaka se acercó al maestro Shinichi Suzuki solicitándole que le enseñara a tocar violín a su hijo de cinco años, Teiichi se llamaba el infante; esto no presentaba ninguna dificultad para Suzuki, sin embargo al mirar al niño notó que éste era ciego. Ante la petición del pintor, la sensibilidad del maestro desembocó en que sus ojos se poblaran de lágrimas.
Shinichi Suzuki solicitó que lo dejaran pensar una semana, esa noche reflexionó con su violín en mano como enseñar al pequeño Teiichi. La semana transcurrió y al encontrarse de nuevo con el señor Tanaka el maestro dijo: "no tendrá necesidad de los ojos del cuerpo si consigo enseñarse a hacer uso de los del alma", la aceptación de Suzuki fue alegría para la familia del niño, quién se comprometió en el proceso de estudio.
Un año después el pequeño Teiichi junto a otros niños en la sala de conciertos Hibiya de Tokio, tocó el concierto de Seitz; ese día entre el público que asistió al recital surgieron muchas lágrimas. El maestro Shinichi Suzuki considera que la humanidad es perfectible y camina en búsqueda hacia el amor, la verdad, la virtud y la belleza.
Éste relato extraído del libro "Hacia la música con amor" de Shinichi Suzuki, nos invita a reflexionar acerca de la educación musical, ha de ser una educación que procure desarrollar grados de humanismo, mediante la apreciación y ejecución instrumental, ya sea de manera recreativa o formal, instando a una real integración de todas las personas, reconociendo en ellas sus capacidades y potenciándolas al máximo.
Las clases tediosas de búsqueda de significados de palabras de himnos que jamás memorizarán deben ser desplazadas por una formación musical interactiva, dialógica, un momento de encuentro mediante la experiencia musical. El maestro violoncelista Pablo Casals en su momento expresó "la música ocupa tan alto lugar en la vida civilizada que tal vez sea la música lo que redima y salve al hombre"; la educación musical no debe ser vista como un momento de distensión sino como un oportunidad de desarrollar una sociedad más humana.
La educación musical costarricense en los últimos cinco años ha tenido un repunte, en manos de diversas entidades, como municipalidades comprometidas, así como el impresionante trabajo del Sistema Nacional de Educación Musical (SiNEM), sin desmeritar los esfuerzos loables del Ministerio de Educación Pública en base al proyecto Ética, Estética y Ciudadanía.
Los cambios son notorios y necesarios, sin embargo aún falta más, y esto se logrará mediante un esfuerzo colectivo, si bien existen grandes aportes externos, como donaciones y actualizaciones profesionales, es necesario un apoyo más sentido de la comunidad misma hacia los proyectos existentes y en la creación de nuevas acciones musicales.
La educación musical no es mero disfrute banal, sino más bien una formación en estética que marcará el camino de una sociedad costarricense cada vez más sensible, cada vez más humana, donde además de los ojos del cuerpo utilicemos los ojos del alma para caminar juntos hacia la redención de la humanidad.
Esteban Josué Beltrán Ulate