No obstante, el mandato fue incumplido y la molestia del jerarca de seguridad no se hizo esperar pues él mismo, en una ronda que hizo esa mañana, se preguntó lo que muchos también nos hacemos desde hace tiempo: ¿DÓNDE ESTÁ LA POLICÍA?
Sobraron las justificaciones, como siempre y lo que más asombró fueron dos, en especial: primero, que no había radiopatrullas y, segundo y más patético, que les da temor, rayando en el horror, la agresividad delincuencial.
Ciertamente, esas y otras “linduras” que dijeron algunos de estos “agentes policiales” dice lo mal que anda la seguridad en todo el país, pues si para vigilar necesitan tener carro o, al menos, motocicleta o cualquier otro vehículo, así sea un semoviente, el asunto es más grave de lo que se pensó.
Pero aún más tragicómico es que, como se vio por algunos telenoticieros, ciertos policías no salen de su sedes y pasan, bajo full candados, por temor a los delincuentes que, dicen, los “tienen amenazados”.
Y aquí el asunto sí que nos puso en alerta máxima pues si quienes se les nombró y se les paga para que cuiden a los demás ciudadanos arguyen semejante argumento para no querer salir a las calles, pues habrá que persignarnos y pedirles a todos los santos que nos protejan.
Se suma a lo anterior que miles de guardias están incapacitados, lo que lleva el asunto hacia lo interno y que se le deberá poner coto, como, creemos, con muy buen tino, está haciendo el Ministro, pues resulta que la mano firme primero tiene que darse hacia adentro de los “cuarteles” para que, luego, se vea al policía valiente, bien formado, disciplinado y con una verdadera mística haciendo lo propio.
Ya en otro comentario abordamos el problema del “policía fantasma”, cuando nos preguntamos: ¿dónde están los policías? y la posible respuesta: en las “delegaciones”; algunos “descansando” pues es su “turno”, otros cocinando para lo que descansan y otros, ¡visitando a sus familias, pues han hecho “roles” de 72 horas!
Ahí está, en gran parte, el problema de la inseguridad que atraviesa el país pues muchos quienes “están” no tienen la menor intención de “hacerse ver”, ¡como si “el asunto no fuera con ellos”!
Por eso, el Ministro de Seguridad lo primero que debe resolver, entre otros asuntos domésticos, es el problema de los policías “durmientes”, sacándolos a las calles pues sino mejor que se vayan para sus casas.
Disciplina es la palabra que debe enarbolar el Ministro Tijerino y así empezar a barrer desde cada esquina; de lo contrario, no importara cuántos policías hay y dónde pues entonces el problema es que el asunto echó raíces y hay que cortar muy profundamente.