El lunes 16 de octubre se celebró el Día Mundial de la Alimentación. Sin duda estamos frente a una buena oportunidad para analizar y reflexionar sobre el hambre en el mundo y, especialmente, sobre el futuro de quienes tienen la noble tarea de producir los alimentos: los agricultores.
La primera pregunta que debemos hacernos es ¿qué celebramos?, cuando en el mundo, según informes de organismos internacionales, hay aproximadamente mil millones de personas con hambre? ¿Qué celebramos? cuando en Costa Rica, de acuerdo con cifras del INEC, la pobreza extrema aumentó de un 4 a un 6%.
La segunda reflexión: ¿Qué celebramos cuando en Costa Rica la propuesta de política de Estado para el sector agroalimentari|o y de apoyo a los agricultores son solo encendidos discursos e innumerables estrategias que se quedan en el papel? ¿Qué celebramos cuando en Costa Rica las políticas públicas continúan privilegiando y defendiendo el modelo de importación del arroz y los frijoles, el alimento básico de los costarricenses?
En la práctica, hemos sido y somos testigos, cada cosecha, de la angustia, de la incertidumbre y de las grandes pérdidas económicas de miles de pequeños agricultores que no pueden vender sus cosechas sencillamente porque las bodegas están llenas de productos importados. Resulta paradójico que, en el Día Mundial de la Alimentación, creado para concienciar a los pueblos del mundo sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza, en Costa Rica le digamos a nuestros productores de arroz que tendrán que tirar a la basura o comerse su cosecha porque es más barato, para la industria nacional, importarlo. Bajo este concepto, de quienes creen que en el campo solo valen los números, y ante la falta de solidaridad de un gobierno que promueve la apertura comercial a favor del interés de unos pocos, nuestros agricultores son empujados a la ruina y la miseria.
¿Qué celebramos cuando en Costa Rica desde hace veintisiete años no sabemos cuál es el área dedicada a la producción agropecuaria, cuáles son los tipos y costos de producción y de comercialización y cuál es la población dedicada a la actividad agropecuaria? ¿Qué celebramos en Costa Rica cuando el sector agropecuario nacional ha sido destruido a lo largo de los últimos veinte años?
La tercera pregunta: ¿Qué podemos hacer contra el hambre, qué podemos hacer por nuestros agricultores? Lo inmediato: debemos detener las importaciones de productos agrícolas mientras haya producción nacional. Debemos exigir una política de seguridad alimentaria para incentivar la producción agrícola. Debemos establecer una gran alianza con la participación de los productores agrícolas y pecuarios, la academia y todas las organizaciones que estamos vinculadas con la producción de alimentos, para detener este desastre.
En este día recordemos que todo lo que nos alimenta viene de la tierra, que son labriegos sencillos los que hacen que nuestro pródigo suelo nos de sustento, que si olvidamos a los agricultores estaremos en manos de los intermediarios internacionales a los que no les importa que en Costa Rica vivan siempre el trabajo y la paz. Celebremos, con compromiso y acciones, el Día Mundial de la Alimentación.
Cristóbal Montoya Marín
Presidente Colegio de Ingenieros Agrónomos
El lunes 16 de octubre se celebró el Día Mundial de la Alimentación. Sin duda estamos frente a una buena oportunidad para analizar y reflexionar sobre el hambre en el mundo y, especialmente, sobre el futuro de quienes tienen la noble tarea de producir los alimentos: los agricultores.
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La primera pregunta que debemos hacernos es ¿qué celebramos?, cuando en el mundo, según informes de organismos internacionales, hay aproximadamente mil millones de personas con hambre? ¿Qué celebramos? cuando en Costa Rica, de acuerdo con cifras del INEC, la pobreza extrema aumentó de un 4 a un 6%.
La segunda reflexión: ¿Qué celebramos cuando en Costa Rica la propuesta de política de Estado para el sector agroalimentari|o y de apoyo a los agricultores son solo encendidos discursos e innumerables estrategias que se quedan en el papel? ¿Qué celebramos cuando en Costa Rica las políticas públicas continúan privilegiando y defendiendo el modelo de importación del arroz y los frijoles, el alimento básico de los costarricenses?
En la práctica, hemos sido y somos testigos, cada cosecha, de la angustia, de la incertidumbre y de las grandes pérdidas económicas de miles de pequeños agricultores que no pueden vender sus cosechas sencillamente porque las bodegas están llenas de productos importados. Resulta paradójico que, en el Día Mundial de la Alimentación, creado para concienciar a los pueblos del mundo sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza, en Costa Rica le digamos a nuestros productores de arroz que tendrán que tirar a la basura o comerse su cosecha porque es más barato, para la industria nacional, importarlo. Bajo este concepto, de quienes creen que en el campo solo valen los números, y ante la falta de solidaridad de un gobierno que promueve la apertura comercial a favor del interés de unos pocos, nuestros agricultores son empujados a la ruina y la miseria.
¿Qué celebramos cuando en Costa Rica desde hace veintisiete años no sabemos cuál es el área dedicada a la producción agropecuaria, cuáles son los tipos y costos de producción y de comercialización y cuál es la población dedicada a la actividad agropecuaria? ¿Qué celebramos en Costa Rica cuando el sector agropecuario nacional ha sido destruido a lo largo de los últimos veinte años?
La tercera pregunta: ¿Qué podemos hacer contra el hambre, qué podemos hacer por nuestros agricultores? Lo inmediato: debemos detener las importaciones de productos agrícolas mientras haya producción nacional. Debemos exigir una política de seguridad alimentaria para incentivar la producción agrícola. Debemos establecer una gran alianza con la participación de los productores agrícolas y pecuarios, la academia y todas las organizaciones que estamos vinculadas con la producción de alimentos, para detener este desastre.
En este día recordemos que todo lo que nos alimenta viene de la tierra, que son labriegos sencillos los que hacen que nuestro pródigo suelo nos de sustento, que si olvidamos a los agricultores estaremos en manos de los intermediarios internacionales a los que no les importa que en Costa Rica vivan siempre el trabajo y la paz. Celebremos, con compromiso y acciones, el Día Mundial de la Alimentación.
Cristóbal Montoya Marín
Presidente Colegio de Ingenieros Agrónomos