En los últimos tiempos, distintos grupos fundamentalmente feministas, en algunos países, han logrado legalizar el aborto.
Uno de sus principales argumentos es el derecho que tiene toda mujer a decidir sobre su cuerpo. Esta afirmación es válida solo a medias pues cuando una mujer queda embarazada y decide abortar, no solo está decidiendo sobre su cuerpo, sino que también lo haciendo por ese ser indefenso que comienza a desarrollarse dentro de su vientre y quien lo único que necesita para ser llegar a ser tan humano como aquella dentro de la cual se está desarrollando, es solo tiempo pues todas las características humanas ya las posee.
Nadie o muy poca gente cuando analiza este escabroso tema del aborto, se refiere a profundidad y al hecho ineludible sobre cómo salieron embarazadas la mayoría de las mujeres que buscan hacerse un aborto.
Sin pretender jugar a adivinador, creo que la inmensa mayoría fue porque tuvieron relaciones sexuales, por intereses muy ajenos a quedar embarazadas. Ejercieron su derecho a decidir sobre su cuerpo pero obviamente no lo hicieron teniendo claro los riesgos y consecuencias de poder eventualmente quedar embarazadas.
Cuando una persona toma decisiones haciendo uso de sus legítimos derechos, debe tener muy claro que al ejercicio de cualquier derecho, va tener consecuencias, las que debemos asumir sin argumentación alguna pues son los efectos de nuestra libre y voluntaria decisión de ejercerlo.
Una situación muy difícil de afrontar y resolver es cuando el embarazo es producto de un acto tan despreciable, vil y hasta de poca hombría, como es una violación. No hay la menor duda que esta circunstancia simplemente, es demoledora para la víctima y como tal exige un análisis y tratamiento muy particular de acuerdo a cada una de las víctimas, para encontrar la mejor, ética y moral alternativa a seguir.
Sin embargo, me temo que estadísticamente ese número no sería tan significativo como para justificar que se promulgue una legislación que autorice a matar a inocentes que no fueron tomados en cuenta a la hora de ser engendrados.
En estamos en una época donde las personas exigen a gritos les respeten sus derechos pero no están en ningún momento, anuentes a respetar con la misma vehemencia y disposición los derechos de los demás. Sobretodo si estos, de alguna forma, van en contra de la propia conveniencia o son consecuencia directa de sus propias acciones.
También estamos en un tiempo en que la defensa de los derechos humanos ha alcanzado un nivel sin comparación posible con épocas anteriores, sin embargo, paralelamente, se están ignorando las responsabilidades conexas al ejercicio de cualquier tipo de derecho y de forma muy especial en violentar los derechos de quienes no tienen forma de reclamar el debido respeto a los derechos suyos.
En los últimos tiempos, distintos grupos fundamentalmente feministas, en algunos países, han logrado legalizar el aborto.
Uno de sus principales argumentos es el derecho que tiene toda mujer a decidir sobre su cuerpo. Esta afirmación es válida solo a medias pues cuando una mujer queda embarazada y decide abortar, no solo está decidiendo sobre su cuerpo, sino que también lo haciendo por ese ser indefenso que comienza a desarrollarse dentro de su vientre y quien lo único que necesita para ser llegar a ser tan humano como aquella dentro de la cual se está desarrollando, es solo tiempo pues todas las características humanas ya las posee.
Nadie o muy poca gente cuando analiza este escabroso tema del aborto, se refiere a profundidad y al hecho ineludible sobre cómo salieron embarazadas la mayoría de las mujeres que buscan hacerse un aborto.
Sin pretender jugar a adivinador, creo que la inmensa mayoría fue porque tuvieron relaciones sexuales, por intereses muy ajenos a quedar embarazadas. Ejercieron su derecho a decidir sobre su cuerpo pero obviamente no lo hicieron teniendo claro los riesgos y consecuencias de poder eventualmente quedar embarazadas.
Cuando una persona toma decisiones haciendo uso de sus legítimos derechos, debe tener muy claro que al ejercicio de cualquier derecho, va tener consecuencias, las que debemos asumir sin argumentación alguna pues son los efectos de nuestra libre y voluntaria decisión de ejercerlo.
Una situación muy difícil de afrontar y resolver es cuando el embarazo es producto de un acto tan despreciable, vil y hasta de poca hombría, como es una violación. No hay la menor duda que esta circunstancia simplemente, es demoledora para la víctima y como tal exige un análisis y tratamiento muy particular de acuerdo a cada una de las víctimas, para encontrar la mejor, ética y moral alternativa a seguir.
Sin embargo, me temo que estadísticamente ese número no sería tan significativo como para justificar que se promulgue una legislación que autorice a matar a inocentes que no fueron tomados en cuenta a la hora de ser engendrados.
En estamos en una época donde las personas exigen a gritos les respeten sus derechos pero no están en ningún momento, anuentes a respetar con la misma vehemencia y disposición los derechos de los demás. Sobretodo si estos, de alguna forma, van en contra de la propia conveniencia o son consecuencia directa de sus propias acciones.
También estamos en un tiempo en que la defensa de los derechos humanos ha alcanzado un nivel sin comparación posible con épocas anteriores, sin embargo, paralelamente, se están ignorando las responsabilidades conexas al ejercicio de cualquier tipo de derecho y de forma muy especial en violentar los derechos de quienes no tienen forma de reclamar el debido respeto a los derechos suyos.