Miércoles, 16 Febrero 2011 05:47

DEMOCRACIA VERSUS DICTADURA

Los países que instalaron sistemas de gobierno totalitarios, o sea, sin democracia, aún aplicando sistemas rigurosos de control de la población, después de medio siglo se derrumbaron como las fichas del ajedrez.
Se puede afirmar que nadie ha visto flujos de personas, en busca de una mejor vida, hacia esos países que se alejaron de la democracia para gobernar, ni antes ni después de su desplome.
Lamentablemente, esas caducas fórmulas dictatoriales de gobierno han resurgido en los últimos años en algunas regiones del planeta, impulsadas por gobernantes que desean perpetuarse en el poder; y para congraciarse con sus pueblos y encerderles el espíritu nacionalista para que cierren filas a su alrededor, agreden a sus vecinos. Por lo general, siempre actúan a la víspera de una contienda electoral.
Los psicópatas del poder que intentan o sumergen a sus pueblos  en dictaduras, experimentan una fobia común en el consciente y en el subconsciente y ese estado agudo de temor les produce dos reacciones: la pesadilla de que van a ser invadidos y la necesidad de asustar a sus habitantes para inducirlos a que cierren filas en torno a su persona.
Ese estado de zozobra producido por esa fobia, los pone automáticamente a la defensiva y es aquí cuando inician la etapa de transformación del país en economías de guerra, se arman hasta los dientes y agreden a sus vecinos. Luego se lanzan contra la Constitución de sus respectivos países para adaptarla a sus mezquinos intereses dictatoriales. Paso seguido comienzan a soñar con el dominio de la energía nuclear para producir la bomba atómica, siempre con el fin de amedrentar a las democracias. Para esta categoría de gobernantes, mantenerse en el poder significa salvar su vida, pues en esa lucha por lograrlo y después para conservarlo dictatorialmente, desarrollan un historial delictivo peligrosamente tenebroso.
La codicia del poder o más bien la dictadura, es una de esas sillas de la cuales es imposible lograr bajarse vivo, dijo Solón (640-558 a. d. Cristo), Legislador de Atenas, cuando le ofrecieron el gobierno de por vida, después de haber gobernado 22 años.
Autor: Ernesto Villavicencio Ruiz
Los países que instalaron sistemas de gobierno totalitarios, o sea, sin democracia, aún aplicando sistemas rigurosos de control de la población, después de medio siglo se derrumbaron como las fichas del ajedrez.
Se puede afirmar que nadie ha visto flujos de personas, en busca de una mejor vida, hacia esos países que se alejaron de la democracia para gobernar, ni antes ni después de su desplome.
Lamentablemente, esas caducas fórmulas dictatoriales de gobierno han resurgido en los últimos años en algunas regiones del planeta, impulsadas por gobernantes que desean perpetuarse en el poder; y para congraciarse con sus pueblos y encerderles el espíritu nacionalista para que cierren filas a su alrededor, agreden a sus vecinos. Por lo general, siempre actúan a la víspera de una contienda electoral.
Los psicópatas del poder que intentan o sumergen a sus pueblos  en dictaduras, experimentan una fobia común en el consciente y en el subconsciente y ese estado agudo de temor les produce dos reacciones: la pesadilla de que van a ser invadidos y la necesidad de asustar a sus habitantes para inducirlos a que cierren filas en torno a su persona.
Ese estado de zozobra producido por esa fobia, los pone automáticamente a la defensiva y es aquí cuando inician la etapa de transformación del país en economías de guerra, se arman hasta los dientes y agreden a sus vecinos. Luego se lanzan contra la Constitución de sus respectivos países para adaptarla a sus mezquinos intereses dictatoriales. Paso seguido comienzan a soñar con el dominio de la energía nuclear para producir la bomba atómica, siempre con el fin de amedrentar a las democracias. Para esta categoría de gobernantes, mantenerse en el poder significa salvar su vida, pues en esa lucha por lograrlo y después para conservarlo dictatorialmente, desarrollan un historial delictivo peligrosamente tenebroso.
La codicia del poder o más bien la dictadura, es una de esas sillas de la cuales es imposible lograr bajarse vivo, dijo Solón (640-558 a. d. Cristo), Legislador de Atenas, cuando le ofrecieron el gobierno de por vida, después de haber gobernado 22 años.
Autor: Ernesto Villavicencio Ruiz