En este mes de la Patria, hay que decir como mucho orgullo y sin ninguna falsa modestia que Costa Rica es la democracia por excelencia de Iberoamérica, desde sus inicios a la vida independiente, nuestros antepasados optaron por la democracia, como el mejor sistema para llevar adelante una pacífica y próspera vida social. Y no es que no tuviéramos algunos tiempos que oscurecieron nuestra democracia pues en todos los pueblos, siempre ha habido, hay y habrá algunos que por las circunstancias vigentes en sus países, se autodeclaran mesías de sus pueblos.
Algunas de esas personas, tal vez, con buenas intenciones, otras no tanto pero, definitivamente, otras solo lo han hecho, lo hacen y lo harán porque creen firmemente en que solo ellos son capaces de decirle al pueblo lo qué les conviene y qué no, yendo aún más allá, se sienten autorizados para decirle a la gente cómo deben vivir su vida en sociedad y hasta familiar y personalmente. De estos últimos, Costa Rica, hasta ahora, se ha sabido librar, gracias a un pueblo vigilante y valiente que a la hora de defender sus instituciones y su forma de vida, no le ha temblado la mano para hacerlo.
Costa Rica como el resto del Mundo, estamos experimentando no una época de muchos y profundos cambios pues en realidad, lo que estamos viviendo es el surgimiento de una nueva época, con profundas e impensables transformaciones. Por lo tanto, nadie puede pensar que un instrumento tan importante como es la constitución, guía de la vida institucional de la nación para lograr un adecuado desarrollo económico, social y político de un país, pueda permanecer inmutable en el tiempo. O creer que propiciar reformas parciales al texto original, es la opción, cuando con esto lo único que se logra, es un instrumento jurídico, muchas veces, incoherente y hasta con contradicciones en sus premisas, rompiendo así su unidad y armonía sistémica.
Ante la situación anterior, se desempeña la Sala Constitucional, también conocida como Sala IV, la cual es muy necesaria para el debido respeto a la Constitución, principalmente, de los políticos; en este país, no pocas, se gobernó a contrapelo de ella pero también la Sala IV, siento que está desenfocándose pues en varias ocasiones, hemos visto varios fallos, que favorecen al individuo pero dañan a la colectividad.
El más reciente es la prohibición a los cuerpos policiales de realizar retenes en las carreteras para revisar los vehículos y determinar que no llevan armas y explosivos, sin la debida autorización legal. Aducen que estos operativos si se pueden hacer pero eso sí, solo cuando se den evidencias concretas de que se ha cometido un ilícito, o sea es una visón represiva y no preventiva.
¿A caso la señora magistrada y los señores magistrados integrantes de la Sala IV, no están conscientes de la violencia y criminalidad que hoy campea en nuestras calles, barrios y hasta hogares? ¿A caso no se han dado cuenta de que hay miles de personas que andan armadas, sin el debido permiso para hacerlo, infringiendo así la ley? ¿A caso no hay un estado de guerra no declarada entre las personas decentes, trabajadoras y que quieren vivir en paz y la violencia común, el narcotráfico y hasta el terrorismo? ¿A caso la Constitución no consagra el derecho a la vida y a la propiedad?
En este mes de la Patria, hay que decir como mucho orgullo y sin ninguna falsa modestia que Costa Rica es la democracia por excelencia de Iberoamérica, desde sus inicios a la vida independiente, nuestros antepasados optaron por la democracia, como el mejor sistema para llevar adelante una pacífica y próspera vida social. Y no es que no tuviéramos algunos tiempos que oscurecieron nuestra democracia pues en todos los pueblos, siempre ha habido, hay y habrá algunos que por las circunstancias vigentes en sus países, se autodeclaran mesías de sus pueblos.
Algunas de esas personas, tal vez, con buenas intenciones, otras no tanto pero, definitivamente, otras solo lo han hecho, lo hacen y lo harán porque creen firmemente en que solo ellos son capaces de decirle al pueblo lo qué les conviene y qué no, yendo aún más allá, se sienten autorizados para decirle a la gente cómo deben vivir su vida en sociedad y hasta familiar y personalmente. De estos últimos, Costa Rica, hasta ahora, se ha sabido librar, gracias a un pueblo vigilante y valiente que a la hora de defender sus instituciones y su forma de vida, no le ha temblado la mano para hacerlo.
Costa Rica como el resto del Mundo, estamos experimentando no una época de muchos y profundos cambios pues en realidad, lo que estamos viviendo es el surgimiento de una nueva época, con profundas e impensables transformaciones. Por lo tanto, nadie puede pensar que un instrumento tan importante como es la constitución, guía de la vida institucional de la nación para lograr un adecuado desarrollo económico, social y político de un país, pueda permanecer inmutable en el tiempo. O creer que propiciar reformas parciales al texto original, es la opción, cuando con esto lo único que se logra, es un instrumento jurídico, muchas veces, incoherente y hasta con contradicciones en sus premisas, rompiendo así su unidad y armonía sistémica.
Ante la situación anterior, se desempeña la Sala Constitucional, también conocida como Sala IV, la cual es muy necesaria para el debido respeto a la Constitución, principalmente, de los políticos; en este país, no pocas, se gobernó a contrapelo de ella pero también la Sala IV, siento que está desenfocándose pues en varias ocasiones, hemos visto varios fallos, que favorecen al individuo pero dañan a la colectividad.
El más reciente es la prohibición a los cuerpos policiales de realizar retenes en las carreteras para revisar los vehículos y determinar que no llevan armas y explosivos, sin la debida autorización legal. Aducen que estos operativos si se pueden hacer pero eso sí, solo cuando se den evidencias concretas de que se ha cometido un ilícito, o sea es una visón represiva y no preventiva.
¿A caso la señora magistrada y los señores magistrados integrantes de la Sala IV, no están conscientes de la violencia y criminalidad que hoy campea en nuestras calles, barrios y hasta hogares? ¿A caso no se han dado cuenta de que hay miles de personas que andan armadas, sin el debido permiso para hacerlo, infringiendo así la ley? ¿A caso no hay un estado de guerra no declarada entre las personas decentes, trabajadoras y que quieren vivir en paz y la violencia común, el narcotráfico y hasta el terrorismo? ¿A caso la Constitución no consagra el derecho a la vida y a la propiedad?