El pasado 2 de marzo, el periódico La Nación inició la publicación de cables secretos del Departamento de Estado Norteamericano, obtenidos por la “organización” Wikileaks, que se asume como fuente periodística, referidos, específicamente, a Costa Rica, sumándose así a otros medios impresos del mundo que los han publicado, con gran impacto político.
En una nota de presentación (28-2-11) y en una entrevista dada al blog “Fusil de Chispas” (2-3-11), la directora del medio, Yanancy Noguera dijo, en breve, que ese material también es periodismo, aunque se trate de “cables filtrados” por una organización no periodística, pues tienen gran interés público y, además, dijo, la información que se haría pública sería con el “mejor juicio”, siguiendo “…las reglas rigurosas del periodismo, regulares en La Nación”.
Así, la edición de La Nación, del pasado 2 de marzo, recién pasado, abre, como principal y vistoso titular de primera plana: “EE.UU.: Gobierno supo cómo votaría Sala IV sobre TLC”.
Ese mismo título se usa en la noticia publicada, en página 6 A de esa edición.
El pretítulo de aquél dice: “Cables obtenidos por Wikileaks sobre Costa Rica”.
También, de primera plana y del cuerpo de la noticia, son estas dos bajaditas: 1)“Viceministro habría recibido `señales informales` de los magistrados” y 2) “Presidente de la Corte dice que nunca adelantó criterio; Thompson niega cita”
Así, ese título, pretítulo y bajaditas, en buena técnica periodística, son esenciales para darle atractivo e impacto a la nota y, además de “seducirlo”, dirán al lector cuál es la idea central de la noticia, al resumir el hecho noticioso.
Encabezando el cuerpo de la nota hallamos el “lead”, que siendo corto y responder a las 5 W, por sí solo, permite al lector promedio (quienes, con frecuencia sólo leen el título y, quizá, el primer párrafo o lead) saber de qué trata todo el “resto” de la nota, sin leerla completa.
Sin embargo, al analizar esta específica “noticia”, se concluirá que si el lector se quedó con esos pocos elementos, ya se le habrá “vendido” la nota completa. Y aquí está el quid de la cuestión, pues resulta que si es así, realmente es preocupante pues de esa pasajera lectura de la nota completa y su constatación con hechos reales, hay un gran, enorme, trecho.
Así, el impacto y las consecuencias en un asunto tan delicado para la democracia costarricense, como lo fue el TLC, como “noticia” y donde se pone en entredicho instituciones fundamentales para la sociedad costarricense, como a Poderes estatales y a la Sala Constitucional, incluyendo a sus altos funcionarios, antes peor, produce daños a nuestra institucionalidad.
Lo anterior se concluye a partir de lo siguiente:
1. En estricto sentido, lo “revelado” no es noticia ni, mucho menos, “investigación” a menos que se entienda, como lo dice la directora del medio, que aunque el tema no es de actualidad, “también es noticia eso que la gente convierte en noticia”
2. Del mismo lead de la noticia y demás cuerpo de ella, no existe coherencia alguna con el título pues decir que “gobierno de Arias supo cómo votaría la Sala IV sobre el TLC” es desmentido por la misma nota, pues de lo que trata ésta es del último Proyecto de Ley de Implementación del TLC. Además, hay que recordarlo, ¡y bien!, que el TLC nunca lo aprobó la Asamblea Legislativa y, mucho menos, la Sala Constitucional, sino que fue, por medio de referendum. Entonces, decir que la sala votó el TLC, es falso, de falsedad absoluta.
3. Dicho cable, si bien se refiere a especulaciones (chismes) de un embajador sobre la dinámica en la aprobación de ese proyecto y su consulta a la Sala Constitucional, los actores reales que se ven aludidos por aquél, claramente dicen que no es cierto lo que se afirmó y que pudo ser eso: mera especulación o percepción, como cualquier otra persona pudo haber tenido, por más embajadora que fuera. Pero de ahí a que se tenga una noticia, confirmada y por ende verdadera, lo dicho entre el título y el cuerpo de la noticia, sólo puede calificarse de sensacionalista y por ello, absolutamente injustificado para un diario como La Nación.
4. Si la periodista, autora de esa nota, hubiera recabado mayor información, en los archivos de la Sala Constitucional, que son públicos e incluso están a disposición en la página del Poder Judicial (www.poder-judicial.go.cr), fácilmente hubiera constatado que, primero, la Sala Constitucional NUNCA votó el TLC de referencia, y, segundo, que de las leyes para su implementación, ese órgano jurisdiccional conoció 19 expedientes y emitió 24 votos judiciales.
5. Si bien, como lo dice la directora, justificando las publicación de los cables de WikiLeaks “…La información y el libre pensamiento fortalecen la democracia”, lo cierto es que las fallas en la presentación de esta “noticia”, antes que lograr tan sano propósito, lo desmerece, por lo que hay que tener mucha prudencia al dar a conocer “cables” sobre “impresiones” que tengan los diplomáticos de turno de la embajada de los EE.UU, u otros países, sobre asuntos tan delicados como el indicado. WikiLeaks será una fuente más, pero debería ser tomada “ a beneficio de inventario”, por desconfiables, pues roza con el mero chisme y por tanto sólo debería usarse si es verificable, si no se quiere causar daños irreparables, por siempre.
6. Para concluir, es insoslayable relacionar lo dicho con el tema de la ética periodística (y el Código del COLPER, en la materia) y el rol del periodista, cuya misión no es tomar lo que se le entrega y publicarlo, sin antes confirmar la información con fuentes verificadas y verificables (off the record). Lo contrario sería que el objetivo sea “… que la víctima acuse el golpe en medio del maremoto de información –una de las infotácticas a las que se refería Alvin Toffler-, para que la opinión pública rumbeé hacia el objetivo como las vacas que van mansamente por el pasillo de madera hasta que alguien les asesta el golpe mortal”. (Rubén Levenberg). O, como bien lo dijo una magistrada costarricense (Ana V. Calzada, 6-6-10 LN), la libertad de prensa no puede definirse como “como mecanismo para manipular o desinformar a las personas o las masas, objetivo que sería tan contrario para los fines de la democracia, como la censura misma…”
7. Por ello, esos cables, por su morbo, podrán vender y mucho pero las instituciones públicas y la honra de sus funcionarios, no tiene precio y el periodismo debe volver a la senda de la seriedad y altura que ha distinguido a esa diario, por algo el de mayor prestigio nacional...
El pasado 2 de marzo, el periódico La Nación inició la publicación de cables secretos del Departamento de Estado Norteamericano, obtenidos por la “organización” Wikileaks, que se asume como fuente periodística, referidos, específicamente, a Costa Rica, sumándose así a otros medios impresos del mundo que los han publicado, con gran impacto político.
En una nota de presentación (28-2-11) y en una entrevista dada al blog “Fusil de Chispas” (2-3-11), la directora del medio, Yanancy Noguera dijo, en breve, que ese material también es periodismo, aunque se trate de “cables filtrados” por una organización no periodística, pues tienen gran interés público y, además, dijo, la información que se haría pública sería con el “mejor juicio”, siguiendo “…las reglas rigurosas del periodismo, regulares en La Nación”.
Así, la edición de La Nación, del pasado 2 de marzo, recién pasado, abre, como principal y vistoso titular de primera plana: “EE.UU.: Gobierno supo cómo votaría Sala IV sobre TLC”.
Ese mismo título se usa en la noticia publicada, en página 6 A de esa edición.
El pretítulo de aquél dice: “Cables obtenidos por Wikileaks sobre Costa Rica”.
También, de primera plana y del cuerpo de la noticia, son estas dos bajaditas: 1)“Viceministro habría recibido `señales informales` de los magistrados” y 2) “Presidente de la Corte dice que nunca adelantó criterio; Thompson niega cita”
Así, ese título, pretítulo y bajaditas, en buena técnica periodística, son esenciales para darle atractivo e impacto a la nota y, además de “seducirlo”, dirán al lector cuál es la idea central de la noticia, al resumir el hecho noticioso.
Encabezando el cuerpo de la nota hallamos el “lead”, que siendo corto y responder a las 5 W, por sí solo, permite al lector promedio (quienes, con frecuencia sólo leen el título y, quizá, el primer párrafo o lead) saber de qué trata todo el “resto” de la nota, sin leerla completa.
Sin embargo, al analizar esta específica “noticia”, se concluirá que si el lector se quedó con esos pocos elementos, ya se le habrá “vendido” la nota completa. Y aquí está el quid de la cuestión, pues resulta que si es así, realmente es preocupante pues de esa pasajera lectura de la nota completa y su constatación con hechos reales, hay un gran, enorme, trecho.
Así, el impacto y las consecuencias en un asunto tan delicado para la democracia costarricense, como lo fue el TLC, como “noticia” y donde se pone en entredicho instituciones fundamentales para la sociedad costarricense, como a Poderes estatales y a la Sala Constitucional, incluyendo a sus altos funcionarios, antes peor, produce daños a nuestra institucionalidad.
Lo anterior se concluye a partir de lo siguiente:
1. En estricto sentido, lo “revelado” no es noticia ni, mucho menos, “investigación” a menos que se entienda, como lo dice la directora del medio, que aunque el tema no es de actualidad, “también es noticia eso que la gente convierte en noticia”
2. Del mismo lead de la noticia y demás cuerpo de ella, no existe coherencia alguna con el título pues decir que “gobierno de Arias supo cómo votaría la Sala IV sobre el TLC” es desmentido por la misma nota, pues de lo que trata ésta es del último Proyecto de Ley de Implementación del TLC. Además, hay que recordarlo, ¡y bien!, que el TLC nunca lo aprobó la Asamblea Legislativa y, mucho menos, la Sala Constitucional, sino que fue, por medio de referendum. Entonces, decir que la sala votó el TLC, es falso, de falsedad absoluta.
3. Dicho cable, si bien se refiere a especulaciones (chismes) de un embajador sobre la dinámica en la aprobación de ese proyecto y su consulta a la Sala Constitucional, los actores reales que se ven aludidos por aquél, claramente dicen que no es cierto lo que se afirmó y que pudo ser eso: mera especulación o percepción, como cualquier otra persona pudo haber tenido, por más embajadora que fuera. Pero de ahí a que se tenga una noticia, confirmada y por ende verdadera, lo dicho entre el título y el cuerpo de la noticia, sólo puede calificarse de sensacionalista y por ello, absolutamente injustificado para un diario como La Nación.
4. Si la periodista, autora de esa nota, hubiera recabado mayor información, en los archivos de la Sala Constitucional, que son públicos e incluso están a disposición en la página del Poder Judicial (www.poder-judicial.go.cr), fácilmente hubiera constatado que, primero, la Sala Constitucional NUNCA votó el TLC de referencia, y, segundo, que de las leyes para su implementación, ese órgano jurisdiccional conoció 19 expedientes y emitió 24 votos judiciales.
5. Si bien, como lo dice la directora, justificando las publicación de los cables de WikiLeaks “…La información y el libre pensamiento fortalecen la democracia”, lo cierto es que las fallas en la presentación de esta “noticia”, antes que lograr tan sano propósito, lo desmerece, por lo que hay que tener mucha prudencia al dar a conocer “cables” sobre “impresiones” que tengan los diplomáticos de turno de la embajada de los EE.UU, u otros países, sobre asuntos tan delicados como el indicado. WikiLeaks será una fuente más, pero debería ser tomada “ a beneficio de inventario”, por desconfiables, pues roza con el mero chisme y por tanto sólo debería usarse si es verificable, si no se quiere causar daños irreparables, por siempre.
6. Para concluir, es insoslayable relacionar lo dicho con el tema de la ética periodística (y el Código del COLPER, en la materia) y el rol del periodista, cuya misión no es tomar lo que se le entrega y publicarlo, sin antes confirmar la información con fuentes verificadas y verificables (off the record). Lo contrario sería que el objetivo sea “… que la víctima acuse el golpe en medio del maremoto de información –una de las infotácticas a las que se refería Alvin Toffler-, para que la opinión pública rumbeé hacia el objetivo como las vacas que van mansamente por el pasillo de madera hasta que alguien les asesta el golpe mortal”. (Rubén Levenberg). O, como bien lo dijo una magistrada costarricense (Ana V. Calzada, 6-6-10 LN), la libertad de prensa no puede definirse como “como mecanismo para manipular o desinformar a las personas o las masas, objetivo que sería tan contrario para los fines de la democracia, como la censura misma…”
7. Por ello, esos cables, por su morbo, podrán vender y mucho pero las instituciones públicas y la honra de sus funcionarios, no tiene precio y el periodismo debe volver a la senda de la seriedad y altura que ha distinguido a esa diario, por algo el de mayor prestigio nacional...