Jueves, 30 Julio 2015 05:35

Al final, la vida sigue igual...

Hay una canción viejilla que decía entre otras cosas: "...el tiempo y el destino me han golpeado sin cesar mas yo sigo adelante sin dejarme doblegar, pues no vale llorar tampoco suplicar hay que pensar en que todo pasará...".

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Dentro de todo ese barullo hecho en torno a la eliminación de Costa Rica y Panamá de la Copa de Oro, escuché de todo. Desde los peores insultos en contra de la pobre mamá de los árbitros, hasta las sátiras más originales en las redes sociales, pasando por los gritos de guerra, el recordatorio de las gestas pasadas y esa parsimonia de muchos de nuestros periodistas deportivos que justificaban que los jugadores de Panamá se quedaran en la cancha por “temor” a represalias.

Hubiera querido yo, que otros eventos recientes del acontecer nacional, generaran tal nivel de opinión, plantearan tan diversas soluciones a los problemas y por supuesto, me hubiese encantado ver en la gente ese nivel de patriotismo ante tanta canallada similar, de las que todos los días somos testigos en esta Costa Rica tan, pero tan particular, donde no son árbitros extranjeros los que nos afrentan, sino políticos, algunos empleados públicos, narcotraficantes, mafiosos y una enorme lista de enemigos peores que estos llamados árbitros de futbol.

De todo cuanto he escuchado, me preocuparon muchísimo las declaraciones del entrenador de Costa Rica, cuando dijo algo así como que a él no le extrañaba porque desde que tenía 18 años y participa en procesos de la FIFA, ha visto como se manejan las cosas.

Al escuchar al entrenador decir que un torneo como la Copa de Oro está diseñado para que solo dos equipos lleguen a la final y que es muy difícil que otro equipo lo gane, se cuestiona uno: ¿es decente seguir participando en algo que de todas forma sabemos que está arreglado?. ¿No es complicidad seguir asistiendo a torneos amañados, creando expectativas a la gente cuando sabemos que no se van a cumplir? ¿O será esa una forma de escapar a las críticas por no cumplir con lo prometido y tener que enfrentar el fracaso?

La corrupción es terrible para el desarrollo, pero lo peor de la corrupción es que quienes sufren sus consecuencias, acepten que existe y se resignen a vivir con ella, bajo el lema de que mal de muchos es consuelo de tontos. El no hacer nada es quizá, la peor de las enfermedades que tienen el subdesarrollo y la corrupción. Es la pasividad y la aceptación de un status quo perverso, lo que provoca que la vida pase y no pase nada.

En un mundo de cosas que funcionan mal, lo peor que puede hacer la gente es aceptarlo sin hacer nada. ¿Por qué en la FIFA pasan las cosas que se ha dicho que suceden y no pasa nada? ¿Qué pasaría si un país como Costa Rica decide no participar en esos procesos, que se dicen arreglados de previo? ¿Y si Costa Rica y Panamá se hubiesen retirado de la cancha sin permitir que tiraran eso que dijeron penal? ¿Y si el jugador mejicano hubiese fallado a propósito el tiro para devolverle la dignidad a su país? ¿Hubiese sido capaz el populacho, la masa ignorante y enardecida de permitir que lo privaran de otra función del circo?

Sin duda alguna, no se pueden esperar resultados distintos si seguimos haciendo lo mismo. Por eso, dejemos ya de quejarnos si no vamos a tomar la acción para cambiar lo que no está bien. Si no lo hacemos, entonces sigamos entonando aquella canción del cantante argentino que coreaba diciendo... Al final, la vida sigue igual...
Alexander Hernández Camacho