Lunes, 30 Agosto 2010 10:00

¿Arrogancia o inseguridad?

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Con mucha frecuencia, nos encontramos con ejecutivos de empresas que actúan con extrema arrogancia, no tanto por personalidad, sino por inseguridad.

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Cuando uno de ellos dice “esto ya lo sé”, o peor aún: “sé lo que tengo que hacer, lo he hecho muchas veces y lo haré” a veces son sus últimas palabras antes de un gran error.

Muchos directores o dueños de empresa creen que todo lo malo que ocurre en su organización es culpa de sus subordinados, y todo lo bueno es lo que hacen ellos mismos.

Otros ejecutivos y empresarios son responsables de la pésima imagen de su propia empresa, por no consultar a los profesionales en el ramo antes de decidir sobre comunicación corporativa.

A pesar de que la mayoría de las empresas tiene personas cuya única función es pensar en comunicación, los jefes se olvidan del departamento, o irrespetan sus funciones.

La manera como el público ve una organización es una realidad, ya sea que a sus dueños les guste o no, y esa realidad genera opiniones y actitudes.

Frecuentemente el empresario olvida que las percepciones del público pueden ser conocidas y modificadas por medio de sus políticas de comunicación.

Por eso es que últimamente se ha creado en algunas corporaciones la creación formal del puesto de “jefe de la oficina de percepción”, a cuyo cargo quedarían las siguientes responsabilidades.

Información: para esto debe conocer la empresa y su entorno, y como un radar, avisar de los problemas antes de que ocurran, para preparar las estrategias de comunicación.

Entendimiento: además de saber lo que otros no saben, debe ver lo que otros no ven. Conocer las audiencias claves, saber quienes influyen y pueden motivar a dichas audiencias.

Instinto: un buen gerente puede predecir el futuro, sobre todo si sabe hacer equipo y consultar antes de decidir.

Influir: un buen profesional en comunicación debe ser capaz de manejar la percepción de la empresa para que ella sea una ventaja competitiva.

Estos son los desafíos de nuestros tiempos.

Pero antes debemos descartar nuestra propia inseguridad, combatir a la arrogancia corporativa,

Y construir equipos donde el escuchar a los demás no solo sea un valor corporativo, sino un proyecto de vida.

Fuente: el asesor venezolano en comunicación estratégica Ítalo Pizzolante Negrón.