Ahora que comenzamos año, vale la pena recordar un ejemplo de la sabiduría de nuestros abuelos.
Fíjese en el cielo.
¿Cómo está?
¿lo ve muy nublado o hace buen sol?
Nuestros agricultores sabían cómo iba a ser el año que recién comenzaba, gracias a una serie de signos que veían en el ambiente: las famosas pintas de enero
Los primeros días de enero sirven para predecir cómo será el resto del año.
Según pinta cada día, así será el mes correspondiente. El día primero es para el propio mes de enero. El dos, para febrero, el tres para marzo y así hasta llegar al 12 de enero, que corresponde a la pinta de diciembre.
Cada día, hay que fijarse cómo está el cielo y el clima en general. Si hace frío o calor, si llueve o hace sol.
Si por ejemplo, mañana 5 de enero, hace mucho viento y llega a llover, es señal de que mayo tendrá bastante agua.
Las pintas sirvieron para que los campesinos programaran sus labores, en aquellos tiempos en que no había servicio meteorológico, ni adelantos científicos para predecir el clima.
Forman parte de la sabiduría popular, ese conocimiento que se transmitía oralmente de generación en generación, hasta llegar a alguna que no lo valoraba lo suficiente.
Los pronósticos de las pintas coinciden asombrosamente con las condiciones climáticas que presentaban los meses. Era la mejor forma de saber cuando sembrar frijoles, o incluso emprender un viaje a Puntarenas, eso sí, en carreta.
¿Quiere probar la efectividad de las pintas? Inténtelo. En lo primeros doce días de enero, apenas se levante, fíjese en el cielo y el clima.
Apunte todo lo que ve. En el transcurso del día, ponga cuidado a los cambios de temperatura.
Comparta esta tarea con su familia y cuando vayan pasando los meses, compare el clima que hace con sus apuntes.