Miércoles, 03 Julio 2002 18:00

El Rey Lapa

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Sus guerreros lo llamaban “Rey Lapa”, lo que en su lengua era: PA - BLU Pero a los oídos de sus verdugos eso era simplemente: Pablo, e incluso le añadieron un apellido: Presbere. Durante todo el siglo diecisiete, los pueblos de Talamanca siguieron resistiéndose. a los conquistadores, A principios del siglo dieciocho, los frailes recoletos decidieron erradicar a todas las comunidades Teribes, y expulsarlos al sur del río Térraba Enterado de eso el Rey Lapa, decidió resistir, antes que abandonar su tierra Bajo su liderazgo, los indígenas incendiaron todas las guarniciones españolas, desde Turrialba hasta Almirante, en Panamá. En una acción capturaron y ejecutaron a dos frailes, a diez soldados y a una mujer. La respuesta del gobernador no se hizo esperar. Ochenta soldados entraron por Chirripó, y otros fueron apoyados por indígenas borucas, enemigos de los sublevados. No se sabe cuantos indígenas fueron muertos en combate, ni cuantos prisioneros fueron ejecutados. a Cartago llegaron más de quinientos, Junto al Rey Lapa, iban encadenados los jefes de los clanes: Tsiruruwak, Urabruwak, Skawak, y el clan Uruskawak. Solo el usekol Comesala, principal líder religioso de la nación Ará o Talamanca, pudo huir. Al ser preguntado si era responsable de la ejecución de los religiosos y de haber incendiado iglesias, el Rey Lapa así lo reconoció. Es más, dijo que él había organizado la rebelión, para impedir que los españoles los sacaran de sus pueblos. Pero cuando los españoles le preguntaron: “y a estos, a los que vienen prisioneros contigo, ¿los reconoces como tus cómplices en esos delitos?”; el Rey Rapa respondió con altivez: “A esos, no los conozco. No estaban conmigo, ni sé, ni oí que ninguno de ellos haya hecho tal cosa”. Como era de esperar, el Rey Lapa fue condenado a muerte, y el cuatro de julio de mil setecientos diez, fue muerto a tiros de arcabuz. Después de muerto, fue decapitado y su cabeza clavada en un palo y expuesta en la plaza de Cartago. Y hoy, aunque sea con el nombre que le dieron sus verdugos, Pablo Presbere; le recordamos como defensor de la libertad de los pueblos aborígenes, Colaboración del antropólogo Carlos Borge Carvajal.