La seguridad ciudadana angustia a los habitantes de las ciudades de todo el mundo.
Pero a veces, los mismos criminales se encargan de convertir esa angustia en una sonrisa.
Un impaciente ciudadano llegó frente a su licorera preferida.
Como la necesidad de alcohol era mayor que su cordura, juntó una enorme piedra del suelo y la lanzó contra la vidriera.
Para su mala suerte, la licorera tenía vidrios de seguridad, por lo que la piedra rebotó y
golpeó al sediento en plena cabeza, dejándolo inconsciente.
Ahí lo encontraron los empleados de la licorera, justo para compararlo con el video de la cámara de seguridad.
Un automovilista que se cansó del alto costo de la gasolina, compró una manguera, un bidón, y se dedicó a robar gasolina de los carros ajenos.
Y parece que le iba bien, hasta que trató de robarle la gasolina a una casa rodante, parece que se equivocó de tapón, porque metió la manguera por el desagüe del tanque séptico de la casa rodante y
. Succionó con toda la fuerza de sus pulmones.
A la policía le tocó llevarlo al hospital para un lavado intestinal.
Y esta nos la mandó nuestro corresponsal en Egipto.
Un ladrón se robó la camella más cara del un camellero, y decidió dejársela para lucirse en la fiesta de su pueblo, así que compró una bella montura y la ensilló.
Pero no contaban con la fidelidad de la camella, quien, apenas tuvo la oportunidad, huyó a la casa de su verdadero dueño.
Al brillante ladrón de camellos no se le ocurrió nada mejor que llegar a donde el dueño a reclamar que le devolviera su montura.
Y lo que consiguió es que el indignado camellero y sus familiares lo cerraran a palos.