Días soleados pero con ráfagas de fríos vientos, nos indican que la Navidad está cerca. Es tiempo donde la psicología social, nos invita a ser individualmente mejores personas, con nuestros afectos pero también con aquellos que ni siquiera conocemos.
Entre tamales, algunos muy modestos, porque la crisis no permite confeccionar aquellos que se les llamaban tontones pero no importa, ya que lo rescatable, es el ambiente de familiaridad y amistad que se presenta a alrededor de un simple pero significativo tamal.
A quienes ya peinamos canas, esta época irremediablemente nos hace recordar, los tiempos cuando éramos niños ilusionados con la venida del Niño Dios, de eso apenas hace unas escasas cinco décadas, las que pasaron casi en un abrir y cerrar de ojos.
También con nostalgia recordamos la inocencia y la alegría por las cosas simples, esa capacidad que las fuimos perdiendo por la necedad de creernos más inteligentes, más educados, más maduros como para que ya casi nada nos sorprendiera y poco muy poco, nos sacara una amplia sonrisa y mayor carcajada, por algo que la gente grande y madura pero también algo amargada, denomina una chiquillada, una tontería.
Finalmente, tal vez la mayor de las nostalgias, la produce la conciencia de la ausencia de los seres amados, esos que ya dieron su paso hacia la eternidad, dejándonos un gran vacío en nuestros corazones pero algunos con la confianza y la esperanza del reencuentro en la otra vida.
Pero este tiempo navideño, también, nos obliga a volver a los ojos a nuestra vida y al presente, que es el único espacio donde realmente se vive, ya que el pasado no existe y lo único que queda de él, son las experiencias de vidas y las enseñanzas que hayamos logrado extraer de nuestros fracasos y de los éxitos.
Tampoco existe el futuro, que no es más que una promesa efímera, como efímera es la existencia humana. Por lo tanto, volvemos a caer en conciencia de que solo en el presente hay vida pues entonces no lo desperdiciemos añorando lo que ya no tenemos y recriminándonos por lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado.
Lo único que debería importar es vivir y vivir plenamente, amando a quienes tenemos más cerca, a cada uno de los integrantes de nuestra familia y de nuestro círculo de amistades pero sin olvidar, a quienes estas navidades, no les dicen absolutamente nada pues no tendrán ni un regalo y lo peor, ni un abrazo afectuoso de alguien que le recuerde, que es un ser humano y como tal tiene derecho a vivir dignamente y a sentir seespecial, único, reconocido e irrepetible.
Ciertamente estos son tiempos muy difíciles, donde las crisis parecieran golpear más fuertemente y a muchas más personas que en otros tiempos. Pero toda crisis representa una oportunidad para gestar algo nuevo, algo mejor, propongamos entonces ser agentes de cambio, para llevar más comprensión, tolerancia y a alegría a cuanta persona se cruce en nuestro camino pero no solo en estos días de Navidad, sino siempre.
¡¡¡Feliz navidad y un muy próspero año nuevo!!
Días soleados pero con ráfagas de fríos vientos, nos indican que la Navidad está cerca. Es tiempo donde la psicología social, nos invita a ser individualmente mejores personas, con nuestros afectos pero también con aquellos que ni siquiera conocemos.
Entre tamales, algunos muy modestos, porque la crisis no permite confeccionar aquellos que se les llamaban tontones pero no importa, ya que lo rescatable, es el ambiente de familiaridad y amistad que se presenta a alrededor de un simple pero significativo tamal.
A quienes ya peinamos canas, esta época irremediablemente nos hace recordar, los tiempos cuando éramos niños ilusionados con la venida del Niño Dios, de eso apenas hace unas escasas cinco décadas, las que pasaron casi en un abrir y cerrar de ojos.
También con nostalgia recordamos la inocencia y la alegría por las cosas simples, esa capacidad que las fuimos perdiendo por la necedad de creernos más inteligentes, más educados, más maduros como para que ya casi nada nos sorprendiera y poco muy poco, nos sacara una amplia sonrisa y mayor carcajada, por algo que la gente grande y madura pero también algo amargada, denomina una chiquillada, una tontería.
Finalmente, tal vez la mayor de las nostalgias, la produce la conciencia de la ausencia de los seres amados, esos que ya dieron su paso hacia la eternidad, dejándonos un gran vacío en nuestros corazones pero algunos con la confianza y la esperanza del reencuentro en la otra vida.
Pero este tiempo navideño, también, nos obliga a volver a los ojos a nuestra vida y al presente, que es el único espacio donde realmente se vive, ya que el pasado no existe y lo único que queda de él, son las experiencias de vidas y las enseñanzas que hayamos logrado extraer de nuestros fracasos y de los éxitos.
Tampoco existe el futuro, que no es más que una promesa efímera, como efímera es la existencia humana. Por lo tanto, volvemos a caer en conciencia de que solo en el presente hay vida pues entonces no lo desperdiciemos añorando lo que ya no tenemos y recriminándonos por lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado.
Lo único que debería importar es vivir y vivir plenamente, amando a quienes tenemos más cerca, a cada uno de los integrantes de nuestra familia y de nuestro círculo de amistades pero sin olvidar, a quienes estas navidades, no les dicen absolutamente nada pues no tendrán ni un regalo y lo peor, ni un abrazo afectuoso de alguien que le recuerde, que es un ser humano y como tal tiene derecho a vivir dignamente y a sentir seespecial, único, reconocido e irrepetible.
Ciertamente estos son tiempos muy difíciles, donde las crisis parecieran golpear más fuertemente y a muchas más personas que en otros tiempos. Pero toda crisis representa una oportunidad para gestar algo nuevo, algo mejor, propongamos entonces ser agentes de cambio, para llevar más comprensión, tolerancia y a alegría a cuanta persona se cruce en nuestro camino pero no solo en estos días de Navidad, sino siempre.
¡¡¡Feliz navidad y un muy próspero año nuevo!!