Estoy cansado. Los ciudadanos honestos de este país lo estamos. Hay una alta dosis de frustración por el estado de indefensión que sentimos y la frustración cotidiana ante la enorme estela de corrupción, impunidad, desatención y negligencia. Este sentimiento ha venido ganando terreno, pues no sale uno del asombro de una cosa cuando se conoce de otra. Lo más grave, es que hay una progresiva pérdida de confianza en la institucionalidad del país y eso le hace muy poco bien a nuestro sistema democrático. Con dolor, debo admitir que veo en mucha gente poco optimismo por el devenir del país y la sociedad reclama un cambio.
A manera de ejemplo, el 04 de agosto pasado, camino a San Pedro de Poás, después de una minuciosa revisión a mi carro y mis documentos y ante mi contundente negativa a dejarme persuadir para ofrecer un soborno, el oficial de tránsito me hizo un parte porque no portaba chaleco reflector. En el parte se indica que violenté el artículo 134 C y que la multa es de ¢94.860.00. Después de recibir el parte y la “generosa” oferta del oficial de que visitara a un abogado amigo suyo, para que me tramitara la respectiva apelación y mi inmediata negativa a tal negocio, me retiré con la convicción de que tendría que sacar la suma dicha más el 30% para pagar mi pena por ser un infractor de la ley. Como corresponde, jamás cuestioné la desproporción de la pena. Jamás pensé si quiera en apelar el parte. Jamás pasó por mi mente ofrecer un solo céntimo a nadie para burlar la aplicación de la ley, pues se me enseñó de niño que la ley es la ley y debe respetarse.
En estos días; la Sala IV elimina multas consignadas en una Ley, que se supone fue consultada a esa instancia antes de ser aprobada. Se imponen medidas cautelares ridículas a un funcionario de alto rango del Ministerio de Justicia por andar borracho y chocar con 12 carros, se aprehenden malhechores que cuentan con gruesos expedientes delictivos pero que sorprendentemente andan libres. Cabe entonces, cuestionarme, si no portar un chaleco reflector, podrá ser algo tan peligroso para la vida o para la sociedad, como no usar el cinturón de seguridad, manejar a altas velocidades o circular borracho. Definitivamente y como lo dije hace muchos meses en este mismo espacio, Costa Rica es el país de la lógica inversa.
Me siento preocupado de ver el vacilón este en el que estamos convirtiendo en Costa Rica la aplicación de las normas y el mensaje que mandamos respecto de la fortaleza jurídica del país. Un Congreso que legisla mal, un tribunal remendón y un Poder Judicial alcahuete, permisivo y poco uniforme en la asignación de medidas cautelares ante delitos similares; hacen ver que la cosa no anda muy bien que digamos.
Empecé este comentario justificando a la gente cuando dice, que se sienten cansados de que el país está hecho a la medida de los infractores y delincuentes y que el sistema atenta contra los ciudadanos apegados al cumplimiento de leyes y normas sociales. Les dije que la gente buena se está cansando y que la frustración de los buenos es comprensible, pero también estoy seguro de que los más, somos gente buena y estoy seguro que como en las fábulas que veía de chiquillo, el bien siempre vence.
Por eso y a manera de reflexión, quisiera decirles a ustedes… gente buena que mañana a mañana escucha PANORAMA, las mismas palabras dichas por San Pablo y que han servido de título a este comentario. “No te dejes vencer por el mal; antes bien, venced al mal a fuerza de bien…
Comentario de Alexander Hernández Camacho,
Estoy cansado. Los ciudadanos honestos de este país lo estamos. Hay una alta dosis de frustración por el estado de indefensión que sentimos y la frustración cotidiana ante la enorme estela de corrupción, impunidad, desatención y negligencia. Este sentimiento ha venido ganando terreno, pues no sale uno del asombro de una cosa cuando se conoce de otra.
Lo más grave, es que hay una progresiva pérdida de confianza en la institucionalidad del país y eso le hace muy poco bien a nuestro sistema democrático. Con dolor, debo admitir que veo en mucha gente poco optimismo por el devenir del país y la sociedad reclama un cambio.
A manera de ejemplo, el 04 de agosto pasado, camino a San Pedro de Poás, después de una minuciosa revisión a mi carro y mis documentos y ante mi contundente negativa a dejarme persuadir para ofrecer un soborno, el oficial de tránsito me hizo un parte porque no portaba chaleco reflector. En el parte se indica que violenté el artículo 134 C y que la multa es de ¢94.860.00. Después de recibir el parte y la “generosa” oferta del oficial de que visitara a un abogado amigo suyo, para que me tramitara la respectiva apelación y mi inmediata negativa a tal negocio, me retiré con la convicción de que tendría que sacar la suma dicha más el 30% para pagar mi pena por ser un infractor de la ley. Como corresponde, jamás cuestioné la desproporción de la pena. Jamás pensé si quiera en apelar el parte. Jamás pasó por mi mente ofrecer un solo céntimo a nadie para burlar la aplicación de la ley, pues se me enseñó de niño que la ley es la ley y debe respetarse.
En estos días; la Sala IV elimina multas consignadas en una Ley, que se supone fue consultada a esa instancia antes de ser aprobada. Se imponen medidas cautelares ridículas a un funcionario de alto rango del Ministerio de Justicia por andar borracho y chocar con 12 carros, se aprehenden malhechores que cuentan con gruesos expedientes delictivos pero que sorprendentemente andan libres. Cabe entonces, cuestionarme, si no portar un chaleco reflector, podrá ser algo tan peligroso para la vida o para la sociedad, como no usar el cinturón de seguridad, manejar a altas velocidades o circular borracho. Definitivamente y como lo dije hace muchos meses en este mismo espacio, Costa Rica es el país de la lógica inversa.
Me siento preocupado de ver el vacilón este en el que estamos convirtiendo en Costa Rica la aplicación de las normas y el mensaje que mandamos respecto de la fortaleza jurídica del país. Un Congreso que legisla mal, un tribunal remendón y un Poder Judicial alcahuete, permisivo y poco uniforme en la asignación de medidas cautelares ante delitos similares; hacen ver que la cosa no anda muy bien que digamos.
Empecé este comentario justificando a la gente cuando dice, que se sienten cansados de que el país está hecho a la medida de los infractores y delincuentes y que el sistema atenta contra los ciudadanos apegados al cumplimiento de leyes y normas sociales. Les dije que la gente buena se está cansando y que la frustración de los buenos es comprensible, pero también estoy seguro de que los más, somos gente buena y estoy seguro que como en las fábulas que veía de chiquillo, el bien siempre vence.
Por eso y a manera de reflexión, quisiera decirles a ustedes… gente buena que mañana a mañana escucha PANORAMA, las mismas palabras dichas por San Pablo y que han servido de título a este comentario. “No te dejes vencer por el mal; antes bien, venced al mal a fuerza de bien…
Comentario de Alexander Hernández Camacho,