Miércoles, 25 Enero 2012 02:15

Veda de armas – una solución inadecuada a un problema inexistente.

El pasado 12 de enero, en declaraciones al Diario La Extra, el Ministro de Seguridad Pública, Don Mario Zamora, presentó una más en una serie de irreflexivas medidas para controlar aún más las armas permitidas en el país. Bajo el tenue argumento de “velar por la seguridad nacional”, la veda propuesta impediría que ciudadanos responsables y facultados legalmente para portar armas lo hicieran durante eventos públicos, como las tradicionales fiestas de Zapote y los festejos populares de Palmares.
El lector casual bien podría estar de acuerdo con esta desatinada propuesta. Al fin y al cabo, ¿quién en su sano juicio se opondría a una medida que “vela por la seguridad nacional”? Sin embargo, un análisis más cuidadoso nos revela varios problemas con la veda. En primer lugar, es un hecho histórico comprobado que las vedas no surten el efecto deseado. Más bien tienen el efecto contrario. El evento mejor documentado en este sentido fue la prohibición a la manufactura, venta e importación de licor en los Estados Unidos de América, entre los años 1920 y 1930. Lo único que logró esa prohibición fue fomentar el surgimiento y fortalecimiento del crimen organizado. Aunque la veda fue eliminada en 1933, las organizaciones criminales permanecen fortalecidas hasta hoy.
El segundo problema con la veda propuesta es que sólo los ciudadanos responsables y apegados a la Ley, quienes ya de por sí han pasado por múltiples filtros de seguridad y dilatados y onerosos procesos administrativos para poder adquirir un arma, inscribirla y luego portarla con fiel apego de la ley, serán afectados por la veda. Se ha documentado que estos ciudadanos ejemplares son estadísticamente menos propensos a cometer delitos de cualquier tipo, incluida la violencia armada. Los delincuentes, quienes por definición están fuera del marco regulatorio de la ley, en cambio no serán en nada afectados por la veda. Si son actualmente capaces de obtener armas automáticas de grueso calibre – ilegales de por sí y no permitidas para la población civil - ¿qué nos garantiza que van a obedecer una veda? Los delincuentes seguirán ignorando las disposiciones de la Ley y continuarán portando armas ilegales, con veda o sin ella.
El problema quizá más fundamental con la veda propuesta es que no viene a solucionar ningún problema. El Ministro Zamora la promueve para mantener la seguridad en eventos populares. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Cuántas personas han sido abatidas por violencia armada en los últimos años durante los festejos populares de Zapote y Palmares, del resto del país? Más aún, y asumiendo que estos hechos han ocurrido (y sabemos que no es así), ¿cuántos de estos hechos violentos fueron cometidos por personas con armas legalmente inscritas y con permisos de portación al día? Lo obvio salta a la vista: no hay razón de peso para fomentar una veda de armas, escudados en la supuesta prevención de delitos, que nunca han ocurrido. Además, los afectados directamente por la veda son quienes menos probabilidad tienen de cometer ilícitos.
El Ministro Zamora, a la sombra de organizaciones que promueven la paz y el desarme civil, esgrime razones de “seguridad nacional” y de “reducción de la violencia” para promover una veda de armas. Lo cierto, sin embargo, es que la justificación que usan ambos para avanzar su política de desarme popular es, en el mejor de los casos, una afanosa construcción de hechos no acaecidos, y en el peor de ellos, mal intencionada y peormente dirigida. La veda de armas es una solución inadecuada a un problema inexistente.
Miguel Cifuentes Jara
El pasado 12 de enero, en declaraciones al Diario La Extra, el Ministro de Seguridad Pública, Don Mario Zamora, presentó una más en una serie de irreflexivas medidas para controlar aún más las armas permitidas en el país. Bajo el tenue argumento de “velar por la seguridad nacional”, la veda propuesta impediría que ciudadanos responsables y facultados legalmente para portar armas lo hicieran durante eventos públicos, como las tradicionales fiestas de Zapote y los festejos populares de Palmares.
El lector casual bien podría estar de acuerdo con esta desatinada propuesta. Al fin y al cabo, ¿quién en su sano juicio se opondría a una medida que “vela por la seguridad nacional”? Sin embargo, un análisis más cuidadoso nos revela varios problemas con la veda. En primer lugar, es un hecho histórico comprobado que las vedas no surten el efecto deseado. Más bien tienen el efecto contrario. El evento mejor documentado en este sentido fue la prohibición a la manufactura, venta e importación de licor en los Estados Unidos de América, entre los años 1920 y 1930. Lo único que logró esa prohibición fue fomentar el surgimiento y fortalecimiento del crimen organizado. Aunque la veda fue eliminada en 1933, las organizaciones criminales permanecen fortalecidas hasta hoy.
El segundo problema con la veda propuesta es que sólo los ciudadanos responsables y apegados a la Ley, quienes ya de por sí han pasado por múltiples filtros de seguridad y dilatados y onerosos procesos administrativos para poder adquirir un arma, inscribirla y luego portarla con fiel apego de la ley, serán afectados por la veda. Se ha documentado que estos ciudadanos ejemplares son estadísticamente menos propensos a cometer delitos de cualquier tipo, incluida la violencia armada. Los delincuentes, quienes por definición están fuera del marco regulatorio de la ley, en cambio no serán en nada afectados por la veda. Si son actualmente capaces de obtener armas automáticas de grueso calibre – ilegales de por sí y no permitidas para la población civil - ¿qué nos garantiza que van a obedecer una veda? Los delincuentes seguirán ignorando las disposiciones de la Ley y continuarán portando armas ilegales, con veda o sin ella.
El problema quizá más fundamental con la veda propuesta es que no viene a solucionar ningún problema. El Ministro Zamora la promueve para mantener la seguridad en eventos populares. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Cuántas personas han sido abatidas por violencia armada en los últimos años durante los festejos populares de Zapote y Palmares, del resto del país? Más aún, y asumiendo que estos hechos han ocurrido (y sabemos que no es así), ¿cuántos de estos hechos violentos fueron cometidos por personas con armas legalmente inscritas y con permisos de portación al día? Lo obvio salta a la vista: no hay razón de peso para fomentar una veda de armas, escudados en la supuesta prevención de delitos, que nunca han ocurrido. Además, los afectados directamente por la veda son quienes menos probabilidad tienen de cometer ilícitos.
El Ministro Zamora, a la sombra de organizaciones que promueven la paz y el desarme civil, esgrime razones de “seguridad nacional” y de “reducción de la violencia” para promover una veda de armas. Lo cierto, sin embargo, es que la justificación que usan ambos para avanzar su política de desarme popular es, en el mejor de los casos, una afanosa construcción de hechos no acaecidos, y en el peor de ellos, mal intencionada y peormente dirigida. La veda de armas es una solución inadecuada a un problema inexistente.
Miguel Cifuentes Jara