La Municipalidad de San José ya proclama con bombos y platillo las ganancias millonarias que le dejará en sus arcas el festejo y el Instituto Nacional de Seguros sacó el capote para quitarse y tiro y establecer claramente (según ellos) que el Seguro Social deberá ver cómo se las agencia para recuperar el gasto que significa la atención de toreros improvisados y montadores, cuya vida se ha tasado por el asegurador en un millón de colones y las lesiones en doscientos mil.
Aunque la Constitución y la ley son claras al establecer que la CCSS administra un Seguro de Salud y maternidad, no así los accidentes de tránsito y otros riesgos, lo cierto es que la aseguradora que hasta hace poco tenía el monopolio y otras que emergen en el mercado, no tienen un sitio para atender a los pacientes con estas urgencias y sí muchas agencias recaudadoras, evidencia que interesa el negocio con total desprecio del cliente.
El balance de fin y principio de año en el caso de Zapote ameritó el traslado a hospitales y clínicas de 67 personas, quienes estando completamente sanas, por una decisión temeraria de lanzarse al ruedo, terminan en el mejor de los casos con un vendaje, en otros con complejas cirugías y en el peor para sus familias con una cruz sobre su lápida.
Bien hecho por las autoridades de la Caja de poner al cobro cada cinco que genere la atención médica de montadores e improvisados, otro paso en el sentido correcto para sacar a los depredadores de la benemérita institución, es tiempo de ponerle las banderillas a quienes hacen negocio con la estupidez ajena.
Si usted cotiza para la Caja Costarricense de Seguro Social y aunque repudie la barbarie medieval de los toros a la tica, posiblemente tendrá que pagar por cada cornada o revolcón que el cuadrúpedo le dé, a quien en uso de sus “facultades” decide metérsele al animal, sin que quede claro a quien habría que darle el calificativo, si a la bestia o al torero.