Estamos experimentando una dinámica de sociedades comerciales, zonas de libre comercio, donde el mercado regula las relaciones sociales fundamentales: el empleo, la renta, los servicios, el intercambio de información y bienes, la competencia, las redes de datos, la determinación del valor mercantil, dinero, bienes y la corriente de opinión pública. De ahí, que el mercado regula a su vez las prácticas de las profesiones liberales, entre ellas están los marcos regulatorios de los medios informativos y de la comunicación.
No obstante, el mercado no debe ser el único actor con voz para definir los criterios y perfiles profesionales, por ello, hay que mejorar las condiciones para el desarrollo de programas permanentes de formación, de tal manera, que se responda de manera oportuna y pertinente en el curriculum de los profesionales, de los programas educativos, de los centros de formación, de los planes de estudio, de las competencias y habilidades, de la propuesta curricular, pero también de los aspectos normativos y éticos de la práctica profesional.
Son los periodistas, relacionistas públicos, productores audiovisuales, publicistas, diseñadores gráficos e informáticos, mercadólogos, blogueros y cineastas, los llamados a aportar desde su especialidad, nuevas formas de escribir, relatar, inventar, retratar y narrar la realidad. Son éstos, los constructores del orgullo de la profesión y agentes sociales de cambio para el bienestar común.
Nuestra sociedad demanda de un profesional comprometido con una ética para el desarrollo humano, al servicio de las mayorías, que sea garante de una comunicación al servicio de la ciudadanía, de las comunidades donde se inserta, promotor de la cultura y difusor del conocimiento, mediante todos los medios de masas; que represente una mayor democratización de las tecnologías de la información y de la comunicación en armonía con la diversidad cultural mediática.
En este marco, el Colegio de Periodistas de Costa Rica, debe jugar un papel más activo y proyectado en el tiempo, que pueda anticiparse como una corporación de comunicadores, donde quede reflejado su carácter multidisciplinario y de alcance nacional e internacional. Una organización viva, en donde la dimensión ética sea central en las políticas y estrategias que se ejecutan. La ética entendida como el gran motor de las acciones de éste, que lejos de fundamentarse en actividades pasajeras, se constituya en una entidad profesional en franca vocación de servicio ciudadano, con visión de futuro.
Efraín Cavallini Acuña