Hace unos días, leí el titular de primera página de La República que decía: “Desbocado gasto de Aresep”, también en no pocas oportunidades, he escuchado que las planillas de la mayoría de las instituciones públicas, consumen un porcentaje importante de sus ingresos totales, con lo que queda muy poco para realizar obra o sea para cumplir de manera eficaz con las metas y objetivos que en primer y última instancia, fueron y son las que justifican su existencia como organización.
Otro hecho que consume en forma irracional los fondos públicos, esos que, un día sí y otro también, los gobernantes de turno, nos dicen que no alcanzan, es la existencia de diferentes instituciones para atender una misma materia.
En el campo de la lucha contra la pobreza, por el ejemplo, el número instituciones que se ocupan de este tema, alcanza más de una veintena, todas con una planilla y costos operativos importantes pero con logros bastante modestos, sobretodo si consideramos tanto el número de entidades como de las personas involucradas, supuestamente, en dar su concurso para erradicar la pobreza de manera eficaz y eficiente.
Cuando uno como ciudadano vive, estoicamente, los efectos de una gestión pública, mayoritariamente, insuficiente por ineficaz, para satisfacer las necesidades de las personas, uno no puede menos que llegar a la conclusión de que gran parte de las instituciones públicas, se han convertido en fines en sí mismos, donde su razón de ser, pareciera estar en la existencia misma de la institución y no los objetivos y las metas que le dieron origen.
Por lo anterior, cualquier iniciativa tributaria que el actual o cualquier futuro gobierno vaya a pretender, necesariamente, debe considerar como punto medular, el gasto debe realizarse de manera racional e inteligente y no solo limitarse como, hasta ahora, se ha hecho, a buscar nuevas fuentes de ingreso.
Cualquiera otra iniciativa por poner impuestos, por parcial, va a tener de seguro una gran oposición de diferentes sectores del conglomerado social, que no están dispuestos a seguir aportando sus esfuerzos y sus recursos financieros para que un grupo de burócratas públicos, sigan viviendo a costillas del resto de la sociedad, al convertir a las instituciones públicas en fines en sí mismas y no en lo que deben ser, medios para llevar bienestar a toda la ciudadanía.
Hace unos días, leí el titular de primera página de La República que decía: “Desbocado gasto de Aresep”, también en no pocas oportunidades, he escuchado que las planillas de la mayoría de las instituciones públicas, consumen un porcentaje importante de sus ingresos totales, con lo que queda muy poco para realizar obra o sea para cumplir de manera eficaz con las metas y objetivos que en primer y última instancia, fueron y son las que justifican su existencia como organización.
Otro hecho que consume en forma irracional los fondos públicos, esos que, un día sí y otro también, los gobernantes de turno, nos dicen que no alcanzan, es la existencia de diferentes instituciones para atender una misma materia.
En el campo de la lucha contra la pobreza, por el ejemplo, el número instituciones que se ocupan de este tema, alcanza más de una veintena, todas con una planilla y costos operativos importantes pero con logros bastante modestos, sobretodo si consideramos tanto el número de entidades como de las personas involucradas, supuestamente, en dar su concurso para erradicar la pobreza de manera eficaz y eficiente.
Cuando uno como ciudadano vive, estoicamente, los efectos de una gestión pública, mayoritariamente, insuficiente por ineficaz, para satisfacer las necesidades de las personas, uno no puede menos que llegar a la conclusión de que gran parte de las instituciones públicas, se han convertido en fines en sí mismos, donde su razón de ser, pareciera estar en la existencia misma de la institución y no los objetivos y las metas que le dieron origen.
Por lo anterior, cualquier iniciativa tributaria que el actual o cualquier futuro gobierno vaya a pretender, necesariamente, debe considerar como punto medular, el gasto debe realizarse de manera racional e inteligente y no solo limitarse como, hasta ahora, se ha hecho, a buscar nuevas fuentes de ingreso.
Cualquiera otra iniciativa por poner impuestos, por parcial, va a tener de seguro una gran oposición de diferentes sectores del conglomerado social, que no están dispuestos a seguir aportando sus esfuerzos y sus recursos financieros para que un grupo de burócratas públicos, sigan viviendo a costillas del resto de la sociedad, al convertir a las instituciones públicas en fines en sí mismas y no en lo que deben ser, medios para llevar bienestar a toda la ciudadanía.