Reflexionar en quienes dirigieron la construcción de nuestra casa común, es útil para poner en claro de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde encaminarnos. Recordemos esta sabia enseñanza: “Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas son los que mejor preparan el porvenir”.
Don Juanito Mora encabezó una transformación gigante. La caduca mentalidad colonial de un lamentable estancamiento, fue reemplazada bajo su liderato por el pensamiento dinámico del orden y el progreso. La esperanza reemplazó al conformismo. En la década morista, Costa Rica definió su rumbo republicano, se insertó en la economía mundial, y mejoró las condiciones de vida. Desde entonces, el desarrollo es nuestra ruta deseada.
Muy temprano en la trayectoria nacional, el Presidente Mora se congratulaba por “el bienestar social que se disfruta en el país, donde la nivelación de las fortunas permite que el rico propietario, el artesano y el labrador gocen en diversas escalas de las comodidades y de los placeres domésticos”. Esa es, aún hoy, la ideología de la concordia costarricense.
Habían pasado cinco años de su mandato, cuando sobrevino la invasión armada del expansionismo esclavista. Los filibusteros eran un ejército paraestatal que ocuparía Centroamérica para establecer la esclavitud y una dictadura militar extranjera. Don Juanito y su equipo de Gobierno vieron el peligro y aprestaron la defensa de nuestra independencia, integridad y soberanía. Su patriotismo es ejemplo de amor al terruño.
El Presidente Mora decidió ir a la Guerra Patria. Convocó al pueblo que lo apoyó en un solo haz de voluntades. Y él mismo se puso al frente del Ejército que, tras muchas penalidades, resultó victorioso. Una lección de aquella guerra es que la ciudadanía unida tras un objetivo poderoso es invencible.
Los gobiernos de varios países americanos y europeos reconocieron en el valor de los costarricenses la conquista de nuestra Segunda Independencia Nacional. Por eso Don Juan Rafael Mora es el Padre de la Patria. Gobernó a favor de las mayorías. Usó el poder para hacer justicia. Y, claro, afectó los intereses de una minoría. Fundó un banco para democratizar el crédito. Por esa razón principal lo derrocaron y lo exiliaron. Cometió el error de regresar al frente una rebelión popular. Ya vencido, su vida fue segada en un vergonzoso asesinato de Estado.
El Poder Legislativo guía la restauración del Presidente Mora en el sitial que merece. Lo proclamó Libertador y Héroe Nacional. El Consejo Superior de Educación dirige la enseñanza del Legado Morista en escuelas y colegios. La Academia Morista Costarricense auspicia el estudio, la investigación, la enseñanza y la difusión de la vida, el pensamiento y la obra del Presidente Mora y su época.
Aprovechemos la Semana Morista 2015, para estudiar los fundamentos de Costa Rica.
Armando Vargas Araya