Conducir por las calles y carreteras de nuestro país se ha convertido en un riesgo al que nos exponemos todos pero que es generado por un grupo de conductores irrespetuosos de la vida humana. Esa realidad debe cambiarse ya, no podemos esperar a que toda una generación de niños y jóvenes sean educados para conducir responsablemente, si por el contrario observan conductas impropias en las personas que en estos momentos están al volante.
Erróneamente se ha puesto demasiado énfasis sobre el cumplimiento de la ley, dejado de lado un enfoque humanista donde la vida de las personas debe ser lo primero. Solo para ilustrar lo que digo: en lugar de que los noticieros hicieran énfasis en los altos montos de las multas por brincarse un semáforo en rojo o conducir a altas velocidades, el enfoque debió centrarse en que un irrespeto a estas normas básicas de convivencia en carretera, puede ocasionar la muerte o causar lesiones gravísimas a otros conductores, pasajeros o peatones. Después, hablar de las multas a quienes se les sorprenda conduciendo al margen de la ley.
Parece necesario entonces tener que insistir desde todo foro o lugar posibles, que en cada moto, en cada vehículo y en cada bus viajan personas: padres, jóvenes y niños, trabajadores y estudiantes que podrían salir lesionados por la imprudencia de un pésimo conductor. Es necesario recordar que al tomar el volante usted debe comportarse como los demás conductores esperan que usted lo haga. Pero por la coyuntura actual, no es suficiente apelar a la cortesía o a la práctica de la conducción a la defensiva, se requiere adicionalmente una actitud distinta por parte del Estado, los conductores y los Oficiales de Tránsito.
Corresponde a la Asamblea Legislativa proveer de una adecuada legislación vial con un enfoque humanista y al Poder Ejecutivo la obligación de invertir los recursos necesarios para construir y mantener una red vial en buen estado, segura y con una efectiva señalización.
Se espera también un comportamiento de los conductores acorde con esa legislación y señalización vigente, pues debe evidenciarse una coherencia entre el derecho a portar una licencia y la forma de comportarse tras el volante.
Sin embargo, para aquellos conductores que demuestren una incompetencia para comportarse en carretera de acuerdo a normas hechas para proteger la vida, esperamos una acción vigilantemente proactiva de nuestra policía de tránsito para aplicar con la severidad de cada caso, las multas y demás acciones coercitivas y preventivas que correspondan.
Finalmente no olvidemos a los medios de comunicación, en especial a sus noticieros para que incorporen este enfoque humanista en su labor informativa; no se trata de seguir mostrando muertos en carretera, sino de crear conciencia evidenciando las imprudencias que cometen algunos de nuestros conductores y la respectiva sanción. Tal vez así, entre todos, vayamos creando una cultura de buen manejo.
Bernal Robles Robles.
Conducir por las calles y carreteras de nuestro país se ha convertido en un riesgo al que nos exponemos todos pero que es generado por un grupo de conductores irrespetuosos de la vida humana. Esa realidad debe cambiarse ya, no podemos esperar a que toda una generación de niños y jóvenes sean educados para conducir responsablemente, si por el contrario observan conductas impropias en las personas que en estos momentos están al volante.
Erróneamente se ha puesto demasiado énfasis sobre el cumplimiento de la ley, dejado de lado un enfoque humanista donde la vida de las personas debe ser lo primero. Solo para ilustrar lo que digo: en lugar de que los noticieros hicieran énfasis en los altos montos de las multas por brincarse un semáforo en rojo o conducir a altas velocidades, el enfoque debió centrarse en que un irrespeto a estas normas básicas de convivencia en carretera, puede ocasionar la muerte o causar lesiones gravísimas a otros conductores, pasajeros o peatones. Después, hablar de las multas a quienes se les sorprenda conduciendo al margen de la ley.
Parece necesario entonces tener que insistir desde todo foro o lugar posibles, que en cada moto, en cada vehículo y en cada bus viajan personas: padres, jóvenes y niños, trabajadores y estudiantes que podrían salir lesionados por la imprudencia de un pésimo conductor. Es necesario recordar que al tomar el volante usted debe comportarse como los demás conductores esperan que usted lo haga. Pero por la coyuntura actual, no es suficiente apelar a la cortesía o a la práctica de la conducción a la defensiva, se requiere adicionalmente una actitud distinta por parte del Estado, los conductores y los Oficiales de Tránsito.
Corresponde a la Asamblea Legislativa proveer de una adecuada legislación vial con un enfoque humanista y al Poder Ejecutivo la obligación de invertir los recursos necesarios para construir y mantener una red vial en buen estado, segura y con una efectiva señalización.
Se espera también un comportamiento de los conductores acorde con esa legislación y señalización vigente, pues debe evidenciarse una coherencia entre el derecho a portar una licencia y la forma de comportarse tras el volante.
Sin embargo, para aquellos conductores que demuestren una incompetencia para comportarse en carretera de acuerdo a normas hechas para proteger la vida, esperamos una acción vigilantemente proactiva de nuestra policía de tránsito para aplicar con la severidad de cada caso, las multas y demás acciones coercitivas y preventivas que correspondan.
Finalmente no olvidemos a los medios de comunicación, en especial a sus noticieros para que incorporen este enfoque humanista en su labor informativa; no se trata de seguir mostrando muertos en carretera, sino de crear conciencia evidenciando las imprudencias que cometen algunos de nuestros conductores y la respectiva sanción. Tal vez así, entre todos, vayamos creando una cultura de buen manejo.
Bernal Robles Robles.