Viernes, 04 Abril 2014 08:02

Reflexiones de un abstencionista…

Cualquiera puede constatar, que en la mesa No.3517 de la Escuela Carlos Peralta de Guadalupe de Cartago, quien les escribe hoy es uno de los casi 900.000 ticos que no fue a votar el pasado 02 de febrero.

ESCUCHAR COMENTARIO

Al igual que lo hice en las 6 elecciones anteriores a esta, hice mi tarea de reflexionar cuidadosamente mi voto, de fijarme en las cualidades de los candidatos, en sus propuestas, en sus debilidades y fortalezas, en sus equipos, en sus trayectorias, en sus planes de gobierno, en sus antecedentes personales y, en cómo habían manejado la propia y más importante de cuantas empresas uno puede emprender en la vida: su familia. Al término del proceso, no encontré nadie que me moviera e inspirara lo suficiente como para ir a votar y en consecuencia, no lo hice.

Debo decir que al término de aquella jornada, me sentí extraño. Me hizo falta ese ejercicio que siempre he defendido y días después escribí en este mismo espacio, sobre la necesidad de que los candidatos finalistas, atendieran a esos miles de ciudadanos cansados y abstemios.

Para definir con una palabra simple y clara este proceso electoral, creo que el término apropiado sería: Ha sido un proceso electoral RARO. Sin duda alguna, ha sido diferente. Por primera vez, la billetera no mató candidato, la apuesta de las encuestas otra vez resultó un fiasco; y, ¡oh sorpresa mayúscula!, la contienda final es entre un candidato activo y uno pasivo, que desde su casa espera los acontecimientos de este particular primer domingo de abril.

Tengo que decirles que el anuncio dado por uno de los candidatos, despertó en mí varias preocupaciones. La primera, fue que la atípica decisiónmandó un mensaje nada positivo a la gente joven de un país con 700.000 gentes en edades por debajo de los 40 años, que piden a gritos ejemplos de tenacidad, aguante ante la adversidad, perseverancia, coraje, determinación y fortaleza. Pésimo ejemplo a los más de un millón de niños y adolescentes, a los que les enseñamos en escuelas y colegios que las luchas no se abandonan y que el río solo se cruza, cruzándolo.

Los niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, nos cuestionamos si debe el capitán abandonar el barco en plena tormenta? Si es correcto mandar el mensaje que ante la ausencia de recursos, lo mejor es dejar tirados los proyectos emprendidos? Será justo para los colaboradores leales a las causas, que el liderazgo se desdibuje y sucumba ante el primer tropiezo en la dura batalla que constituye una empresa, y no cualquier empresa sino, Gobernar un país?

Ante la preocupación de la alta probabilidad de que la cifra de gentes abatidas y decepcionadas aumente, este servidor se levantó, tiró por allá el desencanto y dijo: Esta vez, sí voy a ir a votar. Voy a proponermehacer un examen mucho más profundo de las capacidades de los dos equipos y buscar a como dé lugar, establecer un balance entre lo positivo y lo negativo que ambos equipos puedan tener y en función de la cercanía a ese equilibrio, ver si alguna de estas dos alternativas me inspira la suficiente confianza como para depositarla en ellos.

Tal vez en este momento, no sea yo el más indicado para motivar a la gente a ir a votar, pues bien podría alguien preguntarse por qué entonces no lo hice en la primera ronda. Sin embargo, la motivación nace de lo atípico que resulta el proceso, de la necesidad de un mandato contundente a cualquiera de los dos candidatos disponibles y de la urgente necesidad de que seamos una vez más los ticos, el ejemplo que muchas veces hemos sido en el concierto de las naciones.

Estimado oyente de PANORAMA, este domingo vaya y vote. Hágalo por alguno de los dos candidatos o bien, haga lo que un amigo mío ha dicho que hará. En protesta porque ninguno de los dos le convence, irá a votar por don Braulio Carrillo y Juanito Mora. Sabe bien él, que ese acto hará nulo su voto pero al menos ha dicho, ejercerá su derecho de acercarse a las urnas y recordar así a hombres valientes de nuestros tiempos pasados, que merecen ser recordados en un primer domingo de abril, tan atípico como la misma elección.