Jueves, 17 Marzo 2011 05:09

Que no le Zafen más la tabla a la Señora Presidenta…

Vieran que yo no tengo ninguna duda de las intenciones de doña Laura,  tampoco de su inteligencia ni su ímpetu de trabajo y energía para llevar adelante la tarea que la mayoría de costarricenses le encomendó.  El título de mi comentario, lo sustento en que a veces,  son los mismos en que ella confió, los que la dejan mal parada y terminan “zafándole” la tabla y exponiéndola a que alguna gente se refiera a ella con irrespeto,  cosa que aprovecho por supuesto para deplorar.
En estos días, entre la noticia del trágico terremoto de Japón, la violencia en Libia y todo lo relacionado con el Plan Fiscal que el Gobierno intenta pasar en el Congreso, se publica una noticia en la que el Ministro de Hacienda reconoce como un error, la compra de dos automóviles último modelo y  de una marca de esas cuyos precios son accesibles a un grupo muy pequeño de compatriotas.
El reconocimiento de un error siempre es algo digno de admirar en cualquier ser humano, pero cuando ese reconocimiento viene acompañado de una seguidilla de metidas de pata, hacen que uno termine cuestionándose si el poder genera alguna atrofia a las neuronas o si más bien, habrá algún interés oculto por hacer que la “zafadilla de tabla” se vea como algo premeditado.
Digo esto, porque cuando uno escucha soluciones como la de “subastar los carros”, las preguntas de no pocos mal pensados como yo son obvias ¿Quién va a estar dispuesto a pagar más del precio de venta de agencia, por un carro que no se ha usado pero que ya salió de la agencia y en consecuencia NADIE pagará como nuevo? ¿El hecho de que la vendedora de los carros diera un carro mejor que el licitado es una “cortesía” de esas de las que después se cobran o es un regalo genuino?
Decir que la presupuestación de esa compra suntuosa se hizo en el Gobierno anterior e intentar con ello huir a la responsabilidad de la ejecución, es en extremo grave, por cuanto hace ver la carencia absoluta del uso del sentido común. Bajo ese razonamiento, si hubiera una orden del gobierno anterior para que un ministro se suicide, ¿hay que hacerlo?.  Por supuesto que NO. ¿Cómo,  cuando se intenta vender la idea de gravar la educación y la salud privadas (de gran uso en la clase media),  alguien ni siquiera se cuestionó si una compra de esta naturaleza era o no oportuna?
El tema aquí, es el uso de la mínima cuota de razonamiento para tomar una decisión como la que se tomó, en el momento que se tomó y la forma en que se lavan las manos tirándole el muerto al gobierno anterior.
La nota periodística, da cuenta de que la Sra. Presidenta al momento de ver los carros prohibió de inmediato su uso y pidió que se intentara devolver los carros.  Eso se llama uso del sentido común,  hacer uso de la lógica o simplemente tener vergüenza.
En la misa de domingo,  cuando el sacerdote hablaba sobre las tentaciones,  hacía ver que la más grande y peor de las que hoy podamos tener es la tentación de poder.  Cuanta razón tenía el cura de mi pueblo, pues cuando el ejercicio del poder  se hace de forma descuidada y torpe, da lugar a pobres argumentos y a justificaciones burdas.  Clamo pues, para que la razón llegue a los servidores directos de doña Laura, para que no le sigan zafando la tabla.
Vieran que yo no tengo ninguna duda de las intenciones de doña Laura,  tampoco de su inteligencia ni su ímpetu de trabajo y energía para llevar adelante la tarea que la mayoría de costarricenses le encomendó.  El título de mi comentario, lo sustento en que a veces,  son los mismos en que ella confió, los que la dejan mal parada y terminan “zafándole” la tabla y exponiéndola a que alguna gente se refiera a ella con irrespeto,  cosa que aprovecho por supuesto para deplorar.
En estos días, entre la noticia del trágico terremoto de Japón, la violencia en Libia y todo lo relacionado con el Plan Fiscal que el Gobierno intenta pasar en el Congreso, se publica una noticia en la que el Ministro de Hacienda reconoce como un error, la compra de dos automóviles último modelo y  de una marca de esas cuyos precios son accesibles a un grupo muy pequeño de compatriotas.
El reconocimiento de un error siempre es algo digno de admirar en cualquier ser humano, pero cuando ese reconocimiento viene acompañado de una seguidilla de metidas de pata, hacen que uno termine cuestionándose si el poder genera alguna atrofia a las neuronas o si más bien, habrá algún interés oculto por hacer que la “zafadilla de tabla” se vea como algo premeditado.
Digo esto, porque cuando uno escucha soluciones como la de “subastar los carros”, las preguntas de no pocos mal pensados como yo son obvias ¿Quién va a estar dispuesto a pagar más del precio de venta de agencia, por un carro que no se ha usado pero que ya salió de la agencia y en consecuencia NADIE pagará como nuevo? ¿El hecho de que la vendedora de los carros diera un carro mejor que el licitado es una “cortesía” de esas de las que después se cobran o es un regalo genuino?
Decir que la presupuestación de esa compra suntuosa se hizo en el Gobierno anterior e intentar con ello huir a la responsabilidad de la ejecución, es en extremo grave, por cuanto hace ver la carencia absoluta del uso del sentido común. Bajo ese razonamiento, si hubiera una orden del gobierno anterior para que un ministro se suicide, ¿hay que hacerlo?.  Por supuesto que NO. ¿Cómo,  cuando se intenta vender la idea de gravar la educación y la salud privadas (de gran uso en la clase media),  alguien ni siquiera se cuestionó si una compra de esta naturaleza era o no oportuna?
El tema aquí, es el uso de la mínima cuota de razonamiento para tomar una decisión como la que se tomó, en el momento que se tomó y la forma en que se lavan las manos tirándole el muerto al gobierno anterior.
La nota periodística, da cuenta de que la Sra. Presidenta al momento de ver los carros prohibió de inmediato su uso y pidió que se intentara devolver los carros.  Eso se llama uso del sentido común,  hacer uso de la lógica o simplemente tener vergüenza.
En la misa de domingo,  cuando el sacerdote hablaba sobre las tentaciones,  hacía ver que la más grande y peor de las que hoy podamos tener es la tentación de poder.  Cuanta razón tenía el cura de mi pueblo, pues cuando el ejercicio del poder  se hace de forma descuidada y torpe, da lugar a pobres argumentos y a justificaciones burdas.  Clamo pues, para que la razón llegue a los servidores directos de doña Laura, para que no le sigan zafando la tabla.