Miércoles, 12 Septiembre 2012 05:46

Personal Heróico

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Bastaron unos minutos para que los funcionarios del Hospital Monseñor Sanabria de Puntarenas demostraran la madera de la que está hecha la inmensa mayoría de los servidores del Seguro Social, en tiempo record sacaron a todos los pacientes y los pusieron en zonas seguras, mientras la mole de cemento se mecía por el impacto del segundo más fuerte movimiento sísmico en la historia del país.

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El yo egoísta pasó a un segundo plano, había que sacar a los enfermos, los simulacros cobraron vida y desde el piso 10 del imponente inmueble, en medio de ladrillos y vidrios esparcidos por el suelo y ante la imposibilidad de utilizar los ascensores, por las gradas llenas de escombros y con evidentes daños, los héroes y heroínas del Monseñor Sanabria descendían con los enfermos a cuestas.
Ya para la tarde, bajo el inclemente calor porteño y en un edificio provisional, disminuido, pero estoico, el monseñor Sanabria levantó el vuelo con la savia de sus médicos, misceláneos, enfermeras, técnicos, nadie alzó la voz para pedir comodidades en medio de la adversidad y así funciona por ahora, cojeando pero con paso decidido, sacudiéndose aún el polvo pero con el alma limpia y buena.
No todo lo hemos hecho mal en esta tierra, hace unos años se tomó la sabia decisión de reforzar la infraestructura hospitalaria del país y precisamente el Monseñor Sanabria fue uno de los que se intervino, conjuntamente con el Nacional de Niños y el México, entre otros. La experiencia de lo acontecido en naciones hermanas, evidenciaba la urgencia de anclar estas torres, de no hacerse, en un sismo de las magnitudes del reciente en Guanacaste, el edificio quedaría aplastado como un queque y hoy estaríamos llorando por la suerte de miles de compatriotas.

Desde la radio aplaudimos al heroico personal del Hospital Monseñor Sanabria de Puntarenas y para el grupúsculo que llegó a increpar a la Señora Presidenta, que resuene en sus oídos la respuesta contundente a la pregunta de la mandataria de si representaban a los servidores del centro médico, los héroes suspendieron sus labores y en el puerto se escuchó un sonoro, contundente y vigoroso ¡Noooo..!

COMENTARIO DE JOSÉ LUIS VALVERDE MORALES.