Es inevitable sospechar de una propuesta de este tipo, máxime tomando en cuenta que el candidato presidencial Luis Guillermo Solís Rivera fue cliente frecuente de los encuentros sindicalistas en campaña, abrió los brazos para recibir el documento de Reforma a la Ley Procesal Laboral, fue su correligionario en la causa del NO durante la aprobación del TLC en 2007, y, de Presidente, como en muchas otras cosas, ha manifestado ostensible complacencia hacia estos sectores.
¿Cuál será la fuerza de contrapeso en esta mesa de negociaciones? ¿Quién dirime el volumen de los acuerdos? ¿Cómo se cuantificarán los documentos firmados en cuanto a beneficios de grupos de presión versus la institucionalidad y seguridad de la nación?
Lo que se proponemás bien parece ser un encuentro de amigos delos cuales una parte de ellos pasa por momentos “difíciles”.
¿Negociar para no ir a huelga? Eso se llama abdicar al poder, si es que en algún momento el señor Presidente se ha percatado de que es quien ostenta tal grado de ejecutividad en el país.
Señor Presidente: Los tiempos de mascaradas y cimarronas ya pasaron. Estamos en momentos difíciles suscitados, entre otros, por una maquinaria sindicalista atroz, inmisericorde con el presupuesto nacional, dispuesta a llegar hasta la violencia con tal de mantener estáticos sus privilegios.
Recuerde, don Luis Guillermo, que los sindicatos no representan al país. Son minoría. La mayoría no estamos con ellos. Y, su responsabilidad constitucional es gobernar para todos, evitando matrimonios innecesarios y peligrosos que alevosamente pueden dañar nuestra seguridad.
Es necesario usted explique al país las condiciones en las cuales se llevará a cabo esta mesa de diálogo con los sindicalistas, la vinculación real que tendrá lo ahí acordado, quienes conformaran esa mesa de “diálogo” y el equilibrio de sectores representados.
Danilo Cubero Corrales