Quiero hacer algunas reflexiones sobre ciertos artículos de esa importante declaración.
El artículo primero dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Este artículo, abiertamente, deja sin protección a los seres humanos que todavía no han nacido, dejándolos fuera de la familia humana. En otros términos, el texto indirecta y falazmente deja entrever que quien no ha nacido, por esa circunstancia, no es un ser humano, con su dignidad intrínseca y derechos iguales e inalienables. Esto no puede ser un error sino un horror.
Artículo tercero dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. A pesar de que este artículo es contundente en que todo individuo tiene derecho a la vida, al igual que el anterior, se queda corto en asegurar y proteger a aquellos individuos que todavía se encuentran en el vientre y que no necesitan otra cosa más, que les den el tiempo necesario para desarrollarse y así poder nacer pero hasta entonces, no serán reconocidos como sujetos de la protección y derechos consagrados en la citada declaración.
Artículo quinto dice: “Nadie será sometido a torturas, ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Ante semejante y clara manifestación, debemos preguntarnos cómo se entiende este texto, cuando pensamos en los miles de abortos que diariamente se cometen en todo el mundo, negándoles el derecho a la vida a esos seres humanos que lo único que necesitan para ser iguales a cualquiera de nosotros, es tiempo, nada más. Por lo tanto, ya su dignidad humana está presente, desde el momento mismo, de su concepción y nadie debería atentar contra una de esas indefensas criaturas y pensar que no está cometiendo un homicidio o femicidio y mucho menos, debería existir legislación que exonera de tal responsabilidad a quienes abusiva y deshumanizadamente participen directa o indirectamente en un aborto..
Finalmente quiero referirme al artículo sétimo el cual sentencia que: “Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”. ¿A caso no puede haber mayor discriminación entre dos seres humanos, que cuando se dice que uno lo es porque ya fue parido y el otro no, porque aún se encuentra en el vientre materno?
El mundo entero está inmerso en una descontrolada vorágine que amenaza su paz y hasta su existencia, donde priva la violencia y la falta de amor al prójimo. Las legislaciones nacionales e internacionales deberían ser la estrella que guie a todos los seres humanos en el respeto eficaz y extensivo del inapreciable don de la vida.