Yo en estos días he visto algunas cosas que me llaman la atención. Aquí deseo hacer un recuento y agregar algunos comentarios.
Vi que a propósito de dos celebraciones litúrgicas católicas dos obispos católicos recordaron dos datos importantes: que las mujeres y los hombres son iguales pero diferentes y que, de paso, el sentido común habla de que las personas, hombres y mujeres, deben aprender a vestir según las circunstancias. En otras palabras, que el pudor y el recato con valores que siguen valiendo.
También he visto cómo, inteligentemente, colectivos pequeños e instituciones públicas bastante irrelevantes, han procedido aprovechando aquello de que la mejor manera de obtener publicidad gratis es atacando a la Iglesia. Lo hicieron y algunos medios de comunicación les prodigaron un espacio que, probablemente, ni con muchos millones hubieran podido lograr en los ‘mass media’.
Vi más cosas. También vi cómo personas que no son ni católicas y muy cercanas a agrupaciones minoritarias nacionales o transnacionales, de repente, siguen de cerca el discurso católico en la liturgia y, pidiendo tolerancia y respeto, han caído en las expresiones más soeces imaginables que, a la postre, ofenden gravemente a mas del setenta por ciento de la población de este país.
Finalmente, vi la organización de una marcha que, tomando el nombre de otra realizada en un contexto absolutamente diferente al nuestro, forzando sentidos y agregando temas que nada tenían que ver con el motivo original, acabó realizándose en el nuestro Parque Central.
Vi cómo esa actividad reunió a un puñado de personas que, a duras penas llenó la zona este del parque y que cayó en todos los excesos que podemos imaginar: nudismo, frases provocativas tomadas de anticlericales españoles de los años treinta y cuarenta, sacrilegios y la referencia a una serie de temas que nada tenían que ver con la idea original de los organizadores de ese infortunado evento.
Al pedir apertura y respeto, exigían el fuego a los templos. Al pedir respeto, pedían la cabeza del clero y de los fieles de la Iglesia. Al protestar por las normas de la decencia, optaron por desnudarse en las gradas de kiosco del Parque Nacional.
Es muy de lamentar que hay medios de comunicación nacionales que crean que es bueno alentar este tipo de sombrías actividades. Que es interesante, además, apoyar personas que no muestran el más mínimo respeto a lo que la mayoría de los costarricenses creemos y que son capaces hasta de proceder sacrílegamente burlándose del modo más vulgar, incluso, de la imagen de la patrona oficial de nuestra patria.
Es peligro andar por esta vía. Se tocan sentimientos que, en la historia, han llevado a sacar las peores fuerzas internas del ser humano. Esto no lo deben olvidar estos medios de comunicación que, a la postre, pueden ser los que hagan de detonantes de una criatura que a todos puede salir demasiado cara.
Es lo que vi, es lo que pienso.
Yo en estos días he visto algunas cosas que me llaman la atención. Aquí deseo hacer un recuento y agregar algunos comentarios.
Vi que a propósito de dos celebraciones litúrgicas católicas dos obispos católicos recordaron dos datos importantes: que las mujeres y los hombres son iguales pero diferentes y que, de paso, el sentido común habla de que las personas, hombres y mujeres, deben aprender a vestir según las circunstancias. En otras palabras, que el pudor y el recato con valores que siguen valiendo.
También he visto cómo, inteligentemente, colectivos pequeños e instituciones públicas bastante irrelevantes, han procedido aprovechando aquello de que la mejor manera de obtener publicidad gratis es atacando a la Iglesia. Lo hicieron y algunos medios de comunicación les prodigaron un espacio que, probablemente, ni con muchos millones hubieran podido lograr en los ‘mass media’.
Vi más cosas. También vi cómo personas que no son ni católicas y muy cercanas a agrupaciones minoritarias nacionales o transnacionales, de repente, siguen de cerca el discurso católico en la liturgia y, pidiendo tolerancia y respeto, han caído en las expresiones más soeces imaginables que, a la postre, ofenden gravemente a mas del setenta por ciento de la población de este país.
Finalmente, vi la organización de una marcha que, tomando el nombre de otra realizada en un contexto absolutamente diferente al nuestro, forzando sentidos y agregando temas que nada tenían que ver con el motivo original, acabó realizándose en el nuestro Parque Central.
Vi cómo esa actividad reunió a un puñado de personas que, a duras penas llenó la zona este del parque y que cayó en todos los excesos que podemos imaginar: nudismo, frases provocativas tomadas de anticlericales españoles de los años treinta y cuarenta, sacrilegios y la referencia a una serie de temas que nada tenían que ver con la idea original de los organizadores de ese infortunado evento.
Al pedir apertura y respeto, exigían el fuego a los templos. Al pedir respeto, pedían la cabeza del clero y de los fieles de la Iglesia. Al protestar por las normas de la decencia, optaron por desnudarse en las gradas de kiosco del Parque Nacional.
Es muy de lamentar que hay medios de comunicación nacionales que crean que es bueno alentar este tipo de sombrías actividades. Que es interesante, además, apoyar personas que no muestran el más mínimo respeto a lo que la mayoría de los costarricenses creemos y que son capaces hasta de proceder sacrílegamente burlándose del modo más vulgar, incluso, de la imagen de la patrona oficial de nuestra patria.
Es peligro andar por esta vía. Se tocan sentimientos que, en la historia, han llevado a sacar las peores fuerzas internas del ser humano. Esto no lo deben olvidar estos medios de comunicación que, a la postre, pueden ser los que hagan de detonantes de una criatura que a todos puede salir demasiado cara.
Es lo que vi, es lo que pienso.