Y es que basta leer y oír muchas de las manifestaciones, reflejan y alimentan precisamente un peligroso clima de una nueva polarización de la sociedad costarricense. Una inmensa mayoría señala como responsables a los partidos políticos, a los políticos de carrera, que sin duda tienen mucha razón al señalarlos como responsables, ya sea por acción u omisión. Pero no he leído nada, donde haya una aceptación de mea culpa por una parte de la ciudadanía.
¿A caso los ciudadanos, por acción u omisión, no somos también directamente responsables de haber llevado a los puestos de elección popular a los menos indicados? Y es qué fácil resulta buscar solo fuera de nosotros a los culpables; así además no tenemos ningún auto reclamo, entonces podemos tirar la primera piedra. Pero me pregunto ¿cuánta de esa gente que vocifera en contra los partidos políticos, el Tribunal Supremo de Elecciones y hasta de nuestra democracia, ha participado en sus procesos internos de los cuales surgen los cuadros de dirigencia de los partidos? ¿Cuántos de los que así se manifiestan, se han acercado a alguna agrupación política para ofrecerse como miembro de mesa o fiscal para servir al país, el próximo primer domingo de febrero?
Ahora y desde hace ya algún tiempo, además algunos vienen, peligrosamente, hablando de fraude electoral y hacer esto es un muy flaco favor a la democracia costarricense y a nuestra paz social. El Código Electoral fue visionariamente elaborado para evitar el fraude pues pone directamente en las manos de los costarricenses la ejecución, supervisión y garantía del proceso electoral. El Tribunal Supremo de Elecciones, se podría hasta decir que, es un simple administrador de toda la logística necesaria para que, las elecciones del próximo primer domingo de febrero, se realicen pero el actor de primer orden de lo que ese día suceda, sin duda, es el ciudadano que responsablemente emite su voto pero también participa como miembro de mesa y/o fiscal durante el día de las elecciones y en los posteriores.
Si algún partido político no puede poner representantes en la mayoría de las juntas electorales, difícilmente, contará con un apoyo mayoritario del electorado, por lo tanto, no habría base objetiva para que eventualmente alguien diga que perdió porque hubo fraude; una amplia participación ciudadana es la más forma eficaz de tener certeza, de que la voluntad mayoritaria de la ciudadanía, se respeta fielemente.
Las actuales circunstancias, que se viven en Costa Rica, no solo alrededor de las próximas elecciones, sino sobre del mismo modelo democrático costarricense, lo que deberían ponernos a pensar muy seriamente a quienes amamos la paz, la libertad y la justicia.