A la par de la flora y fauna y un folklore de deleite, se desarrolla uno de los negocios más podridos y ruines que se lleva en banda a miles de limonenses: la droga. No solo se trata de imponer condenas a diestra y siniestra, sino de darle oportunidades verdaderas a los limonenses para de esta forma alejarles de las tentaciones del narcotráfico.
Y es que no es para menos, el hecho de no haber trabajo no implica que por arte de magia el hambre, la sed, la necesidad de un techo y de darle alimento a los hijos y familiares desparezca. Es muy fácil señalar con el dedo a aquellos que entran en el narcotráfico cuando se vive en el Valle Central, con un ingreso el cual triplica al del limonense promedio y con una tasa de desempleo astronómicamente menor con respecto a la del Caribe.
Si el Derecho penal tiene como propósito principal en Costa Rica la reinserción del condenado a la vida social, lo cual vendría siendo un tratamiento curativo si lo viéramos en términos médicos, la utilización de la medicina curativa debería de ser en última instancia y más bien debería optarse por prevenir en vez de curar.
Un auge en el comercio, en la iniciativa de pequeños emprendedores, con ingresos decentes que les permitan mantener a sus familias y de vez en cuando darse un gustito, alejaría a muchísimas personas inmersas hoy en el narcotráfico, quienes han optado por esa vía pues deben de comer y de subsistir y, a más no haber, no les queda otra que traficar.
Eso sí, no nos engañemos y no justifiquemos a los cabecillas del narcotráfico que reflejan y encarnan las más despreciables conductas que han sumido a Limón en el caos y el terror, pues estos no trafican para subsistir sino para lucrar, con codicia y sin importarles nada y a estos debe de castigárseles con todo el peso de la ley.
Quienes hayan traficado pero no hayan actuado con violencia, lejos de encarcelárseles y graduarlos en la escuela de mañas, debería de buscárseles alternativas de penas a la cárcel que impliquen un esfuerzo de reforma, pero sin el estigma de la prisión.
Si queremos rescatar a Limón debemos de comenzar por bajarnos del pedestal inquisitivo de señalización y estigmatización y debemos de buscar una solución país que incluya a los limonenses quienes por tanto tiempo han estado en el olvido.
Nuestro Himno Nacional termina con la línea:“¡vivan siempre el trabajo y la paz!”, pero en Limón eso falta, pues no hay trabajo y la paz se desvanece conforme el narcotráfico y el crimen organizado destruyen gradualmente a una de las provincias más bellas de Costa Rica.
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