Viernes, 07 Diciembre 2012 05:21

La ruta del adviento.

A pesar de que el mundo del comercio y el consumo nos han introducido en un ambiente que se relaciona con las fiestas navideñas hace un buen par de meses, lo cierto del caso es que apenas estamos empezando el tiempo de adviento que, como sabemos, nos pone en ruta hacia la navidad.

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El tiempo de adviento que, además, da cabida a un nuevo año litúrgico católico, es un tiempo de espera y de preparación. Está subdividido en dos partes: la primera que va desde su inicio hasta el 16 de diciembre y la segunda que, como ha de suponerse, empieza el 17 de diciembre y se extiende hasta el mediodía del 24.

La primera parte nos recuerda que Cristo vendrá de nuevo al fin del tiempo presente y aquello será ocasión para lograr nuestra definitiva liberación. Mientras ello llega esperaremos con una espera activa que nos anima a construir día a día un mundo nuevo, una verdadera civilización del amor y, mientras aguardamos, repetimos una y otra vez: “ven Señor Jesús” o “Maran-athá” en arameo.

La parte final nos hace conmemorar la primera venida del Señor hace dos mil años en Belén de Judá. Nos lleva a mirar el Acontecimiento-Cristo. Nos anima a agradecer y a reproducir aquí y ahora la misión y la vocación de Juan el Bautista: prepara el camino del Señor.

En ambas partes del adviento, el cristiano y su familia se dan a la tarea de vivir una serie de costumbres y tradiciones que lo ayudan a tener presente el sentido de esta ruta hacia la navidad.

Tradiciones como la corona de adviento, el portal o belén, el árbol de navidad o las posadas o novena del Niño, además de una serie de encuentros familiares y de comidas típicas, nos hacen notar que vivimos unos días especiales.

Y lo peculiar de estos días nos lo da Cristo mismo. De aquí pues que debamos esforzarnos en estas semanas del adviento por vivir disponiéndonos para una navidad con Jesús. No habría nada mas sin sentido que una navidad sin una referencia clara al Señor. Una navidad sin Jesús sería celebrar nada y ello, como se puede presuponer con facilidad, es un absurdo.

Y andar hacia una navidad con Jesús implica aprovechar el adviento para crecer en la fe, sobre todo, en el marco de este Año de la Fe convocado por el papa Benedicto XVI. Implica además experimentar una conversión real y animarse a ser, para los demás, luz y testimonio. Todo esto y más ha de ser la ruta que estamos andando, ¡aprovechemos!