Creo que la tragedia que vive en estos días una familia costarricense, receptora de seis hijitos en un embarazo múltiple logrado por medio de un proceso de inseminación artificial, nos debe llamar a todos a una profunda reflexión sobre esta discusión que no se ha dado, que ha sido manipulada por grupos con intereses de todo tipo y hasta ha sido salpicada por algunos fanáticos.

Los partos múltiples como este, deben llamar a la reflexión y esta no puede dejar por fuera ninguna de las variables críticas, que en mi humilde criterio es en primera instancia, el respeto a los derechos humanos. Pero ¿Cuáles derechos humanos? Acaso aquellos que se promulgan desde el escritorio de algún ente burocrático con el que se suscribió un tratado vacío para cumplir un requisito de un organismo internacional, que se hace de la vista gorda ante los aberrantes atropellos a los derechos humanos en otras partes del mundo?

O será el dolor de una madre y un padre que han deseado esos hijos como nada más en su vida y que ahora sufren la muere de cuatro de esos seres inocentes? ¿O será el derecho a una vida digna de parte de esos pequeños, cuya fragilidad les ha hecho sucumbir a una muerte tan prematura como su mismo nacimiento?

Será acaso, la salud de la mujer y los riesgos a su vida, a la hora de acrecentar la probabilidad de concebir tantos hijos, y el consecuente debilitamiento de todos sus sistemas y el posterior incremento en el riesgo de muerte para ella y sus hijos?.

¿Y qué decir de calidad de vida que una familia puede darle hoy a un número tan elevado de hijos?. En tiempos como los que vivimos, en que la tasa de hijos promedio por familia no supera el número de dos, la manutención, las oportunidades y la estabilidad futura definitivamente son muy limitadas cuando de partos tan números se trata.

De última, porque efectivamente es la menos importante, está el impacto que tiene en la seguridad social, los costos relacionados con estos procesos. La información que ha circulado respecto del costo de todo este proceso no es congruente con un sistema de seguridad social como el nuestro, ni en términos de capacidad técnica ni tampoco en términos financieros.

Es mucha la tela que hay que cortar para armar este traje. Es mucha la discusión seria, sin pasiones y usando el sentido común para ello, lo que se requiere para pensar si complacemos o no los requerimientos de organismos internacionales que hablan mucho pero hacen poco. La discusión desde el ámbito de los derechos humanos debe darse, pero no porque un ente político que no sirve para mucho lo diga, sino porque el valor de la persona humana es la base sobre la cual se construyen todos los derechos...