Martes, 20 Noviembre 2012 05:19

La mujer del César, el César y todos

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En Costa Rica, mucho se quiere impresionar con los títulos con que nos presentan a los candidatos a puestos de elección y a algunos funcionarios, pero hemos visto ya muchos casos en los que el título y la universidad poco han servido cuando se trata de probidad ética, pues de titulados están llenos los juzgados, en procesos con toda clase de estafas.

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El tráfico de influencias para ganar procesos licitatorios públicos, los compadrazgos a la hora de nombrar, los aportes a campañas políticas para encabezar papeletas; han sido plato fuerte por años y las credenciales académicas no han servido más que de mampara.

Los filtros técnicos y éticos prácticamente no se aplican. Indigna, ver las excusas baratas con que algunos funcionarios cuestionados salen, sin el más mínimo pudor y hasta justificados por sus superiores.

La prensa ha fungido como agente de investigación y denuncia y eso está muy bien, pues han ejercido un control que ha venido a destapar casos de corrupción bien delicados. Claro, muchas veces esas denuncias se quedan por ahí en el olvido o las toma una comisión de investigación legislativa que no sirve para nada, más que perder tiempo y ver a algunos pachucos, convirtiendo el control político en un acto circense de pésima calidad.

Muchos procesos y obras públicas se han convertido en un festín de dinero fácil para unos, en un circo para otros, en material informativo para los medios y en pena permanente para la gente honesta. Cada día es menos estimulante tomar el periódico, pues la oferta noticiosa de todos los días, solo muestra la galopante corrupción; o bien, los bloqueos y reclamos que todas las semanas atrofian el paso en carreteras y servicios públicos, organizados por alguna de las minorías que viven reclamando derechos pero no son capaces de enfrentar sus obligaciones y ponerse a trabajar.

Ya basta de apariencias, ya basta de impunidad disfrazada de felicidad, ya basta de discursos y de minimizar errores alegando obstaculizaciones y persecuciones. Es urgente un actuar en concordancia con la realidad del país y que se dejen de excusas.

La integridad exige ser y no solo aparentar, pues a base de apariencias no sobrevive una democracia, por más antigua que sea. Las revelaciones en el Informe Estado de la Nación, da cuenta de que la democracia está perdiendo adeptos en Costa Rica y eso es algo que nos debe preocupar a TODOS.

Un viejísimo adagio dice que “la mujer del Cesar no solo tiene que ser honesta sino también tiene que aparentarlo” y esa es una máxima urgente de cambiar en los tiempos actuales, donde los roles sociales de la mujer afortunadamente han cambiado y donde la verdadera igualdad de género, hará necesario cambiaría por algo más actual como lo siguiente: “El César, su mujer y todos, no solo tenemos que aparentar ser honestos, sino que TENEMOS que serlo”.

Comentario de Alexander Hernández Camacho,