El tema es la necesidad de que en el marco de la vida familiar se viva eso que llamamos diálogo.
En otras palabras, que los padres se tomen la molestia de hablar con sus hijos a menudo.
Resulta que las familias que hablan mucho ven cómo sus hijos desarrollan capacidades de todo tipo, incluso cognitivas. Los niños de familias en que los padres comparten mucho con los hijos resultan con un vocabulario muy rico y una capacidad crítica y argumentativa muy desarrollada.
Un programa se ha desarrollado, se denomina “Providence Talks” y pretende provocar en las familias mas conversaciones y menos miembros aislados en su receptor de televisión, en la pantalla de la computadora o en su teléfono celelar inteligente. Muy pronto, este programa provoca saltos de recuentos bajos de palabras a otros mucho mayores y ricos.
Hay una conciencia clara de que en la tarea de educar la palabra es decisiva. Los niños necesitan, en todas las edades, que se les hable y se les hable mucho. No solo así aumentarán sus capacidades cognitivas como se decía sino muchas de carácter metacognitivo que van desde el autocontrol hasta la creatividad en diversos campos.
En nuestro medio, recuperar la comunicación intrafamiliar es clave como en cualquier parte. Basta mirar familias reunidas en el almuerzo dominical o parientes viajando en un auto para darse cuenta de lo escaso que es hoy la comunicación, el diálogo. Definitivamente el gusto que da el compartir una buena conversación a la hora del café, del almuerzo familiar o en el viaje largo ha de recuperarse.

Sin duda, recuperar la capacidad de conversar en el marco de la familia hará que todos ganen. Intentarlo no cuesta. Basta estar juntos y vivir el compartir como una fiesta que se debe traducir en grandes temas y en apagar los dispositivos electrónicos de vez en cuando.