El estribillo del citado bolero dice “la historia vuelve a repetirse” y ahora justamente está sucediendo lo mismo en nuestra sufrida y desmantelada Tiquicia. Cada cuatro años, la historia vuelve a repetirse, los políticos interesados en ocupar la silla presidencial o alguna curul revientan por todos lados y al igual que otrora señalan los defectos del gobierno de turno y ofrecen nuevas recetas para componer la economía, para erradicar la pobreza, mejorar la educación, la seguridad ciudadana, etc. En síntesis es una historia de nunca acabar.
Lo lamentable del caso es que a pesar de las buenas intenciones, la situación en Costa Rica sigue exactamente igual. Tal parece que a los equipos de gobierno les da amnesia y se olvidan de todas sus promesas.
Todo sigue igual, las huelgas, las filas, el tortuguismo, los salarios caídos, las pensiones de lujo, la corrupción, las concesiones multimillonarias para efectuar obras de mala calidad, el colapso vial de la hora pico, las amenazas de propios y extraños, proyectos estancados en la asamblea legislativa y una procesión interminable de casos y cosas que nunca se terminan.
La historia vuelve a repetirse, pero no es una historia de amor, ni tampoco una historia agradable. Es una repetición absurda y aburrida que no hace nada de gracia. Escuchar a los aspirantes a dirigir el país los próximos cuatro años nos causa una sensación de escepticismo y de enfado.
Sin embargo, es nuestra obligación salir a votar y elegir al candidato que haga valer realmente el artículo 11 que deben prestar los funcionarios públicos según el cual deben prometer, observar y defender la Constitución y las leyes de la República y cumplir fielmente los deberes de su destino si así lo hiciera “Dios le ayude si no, Él y la Patria os lo demanden"
Comentario de Marvin UREÑA Sandí