Una de las reglas básicas para lograr el respeto de los niños hacia los adultos es hacer valer la autoridad de inmediato con la persona a quien se le esta desobedeciendo o cometiendo la falta. Es decir que la autoridad es absolutamente intransferible.
De manera que cuando son inquietos, hacen ruido o no ponen atención en el aula así como en los recreos de la escuela, las autoridades de la misma, ya sean maestras o directores no pueden esperar a mandar una boleta pidiendo que corrijan el error horas después o días después, ya que psicológicamente no surte ningún efecto. Al contrario hace que no crean o respeten a sus profesores. Sienten como niños o jóvenes que no pueden confiar en quienes no los saben corregir, o no saben tomar el control de su salón de clase.
Por eso desde el principio de clases padres, madres y cuidadores del hogar deben permitir que en la escuela se les impongan reglas y hacerlas valer. Es decir que les den permiso a las maestras para llamar la atención y aplicar sanciones a sus hijos cuando se presenten las malas conductas.
Y cuando se les manden informes sobre los acontecimientos y de cómo se resolvieron en el aula, que la familia colabore reforzando las sanciones y analizando con los niños posibilidades de mejora.
Lo mismo si el problema es que no hacen tareas en el hogar o no hay motivación para estudiar se le informa a la maestra sobre las técnicas y formas de actuar en la casa para que cumplan.
Todo esto debe llevar a que la autoridad al ser intransferible para que sea sana, lo que pasa en la escuela se resuelve en la escuela, y lo que pasa en el hogar se resuelve en el hogar. Ambas instancias se apoyan mutuamente sin echarse culpas, ni descalificar, al contrario halagar la labor a favor de los niños.
María Ester Flores Sandoval