Miércoles, 15 Junio 2011 11:49

Juan Rafael Mora Porras, Presidente de Presidentes

Recientemente asistí a la inauguración de “La Plazoleta de la Libertad” ubicada en los predios de la Cancillería y dedicada a Juan Rafael Mora Porras, Libertador y Héroe Nacional.
Con mucho entusiasmo evocamos la memoria del Presidente de Presidentes: “el que pensó en grande”; “el que apostó sin medidas por la libertad de un pueblo orgulloso y trabajador”. La obra del Presidente Mora es monumental en su visión y trascendente en sus impactos.   Su vida y gestión pública están impregnadas de la más pura virtud republicana, que generaciones posteriores supieron institucionalizar y traducir en bienestar para las y los costarricenses.
Su espíritu público fue muestra de la heroica disposición de buscar el bien común, en momentos en que, la novel figura del Estado Nación, se descubrió propensa a convertirse en herramienta de oligarquías, que no terminaban de abrazar las buenas nuevas de la democracia, ni de reconocer las oportunidades del buen gobierno, para la expansión del bienestar individual y colectivo.
El Héroe Libertador desprendió conocimiento, lucidez y amor patrio, como expresiones de su libertad de espíritu, a la que todo costarricense tiene derecho y obligación de aspirar.  Esta libertad es protectora de intereses y derechos de la ciudadanía. También es justa, responsable y contraria a la concentración del poder, la desigualdad social y el uso del miedo como maña política.
Honrar a Mora es honrar nuestra tradición republicana, presente en la división entre las funciones legislativas y ejecutivas; cuya reafirmación nunca puede interpretarse como invitación al desorden en la conducción de lo público.  Por el contrario, es la toma de conciencia de que la democracia no se basta con derivar su poder de fuentes legítimas, sino que precisa de un ejercicio también legítimo, que garantice la libertad y el cumplimiento de los derechos de las y los habitantes.
Mora es inspiración para una generación que creemos que la libertad y la soberanía son principios vigentes y fundamentales, y que deben expresarse cotidianamente en la vida política y ciudadana.
Cada piedra de esta glorieta morista atestigua el sentido edificante de la Guerra Patria; cada paso sobre ella recuerda la marcha de los valerosos costarricenses que defendieron la libertad, la justicia y la razón.  Nuestra honra a los valientes, mediante el respeto a las leyes, el equilibrio de nuestras instituciones y la formación de una sociedad virtuosa y auténticamente libre, que amplíe las grandes conquistas de nuestro devenir libre e independiente.
Juan Carlos Mendoza
Recientemente asistí a la inauguración de “La Plazoleta de la Libertad” ubicada en los predios de la Cancillería y dedicada a Juan Rafael Mora Porras, Libertador y Héroe Nacional.
Con mucho entusiasmo evocamos la memoria del Presidente de Presidentes: “el que pensó en grande”; “el que apostó sin medidas por la libertad de un pueblo orgulloso y trabajador”. La obra del Presidente Mora es monumental en su visión y trascendente en sus impactos.   Su vida y gestión pública están impregnadas de la más pura virtud republicana, que generaciones posteriores supieron institucionalizar y traducir en bienestar para las y los costarricenses.
Su espíritu público fue muestra de la heroica disposición de buscar el bien común, en momentos en que, la novel figura del Estado Nación, se descubrió propensa a convertirse en herramienta de oligarquías, que no terminaban de abrazar las buenas nuevas de la democracia, ni de reconocer las oportunidades del buen gobierno, para la expansión del bienestar individual y colectivo.
El Héroe Libertador desprendió conocimiento, lucidez y amor patrio, como expresiones de su libertad de espíritu, a la que todo costarricense tiene derecho y obligación de aspirar.  Esta libertad es protectora de intereses y derechos de la ciudadanía. También es justa, responsable y contraria a la concentración del poder, la desigualdad social y el uso del miedo como maña política.
Honrar a Mora es honrar nuestra tradición republicana, presente en la división entre las funciones legislativas y ejecutivas; cuya reafirmación nunca puede interpretarse como invitación al desorden en la conducción de lo público.  Por el contrario, es la toma de conciencia de que la democracia no se basta con derivar su poder de fuentes legítimas, sino que precisa de un ejercicio también legítimo, que garantice la libertad y el cumplimiento de los derechos de las y los habitantes.
Mora es inspiración para una generación que creemos que la libertad y la soberanía son principios vigentes y fundamentales, y que deben expresarse cotidianamente en la vida política y ciudadana.
Cada piedra de esta glorieta morista atestigua el sentido edificante de la Guerra Patria; cada paso sobre ella recuerda la marcha de los valerosos costarricenses que defendieron la libertad, la justicia y la razón.  Nuestra honra a los valientes, mediante el respeto a las leyes, el equilibrio de nuestras instituciones y la formación de una sociedad virtuosa y auténticamente libre, que amplíe las grandes conquistas de nuestro devenir libre e independiente.
Juan Carlos Mendoza