Miércoles, 24 Julio 2013 07:30

HOMO POLITICUS TRADICIONALES… UNA PESTE

¿Cómo se va a limpiar de corrupción y salir adelante este país? Si en los partidos tradicionales son la misma gente de siempre. No hay renovación. ¿Será acaso que no existen personas capaces en Costa Rica?

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Las generaciones buenas y capaces las estamos perdiendo, porque no se les da oportunidad. Son los tagarotes, los mismos de siempre los que acapararan los puestos elegibles y puestos del gobierno de los últimos años.
Ese homo politicus es tan “arrecho”, que en un momento es Diputado, luego Ministro o Viceministro, Asesor Presidencial, Alcalde, Presidente Ejecutivo, miembro de alguna Junta Directiva, Embajador, Cónsul, y otras cosas más, todas ligadas a la “teta del Estado”. Son ejemplares superdotados, multifacéticos. Lo que le ofrezcan lo toman; se “sacrifican por el país”. Y ni a palos renuncian ante una torta o mala gestión, pues “tienen la confianza del Presidente”. No tienen vergüenza, no tienen epidermis, no se sonrojan ante nada.
Y lo peor del caso, es que también heredan los puestos a sus hijos, familiares o amigos. El papa hereda el puesto al hijo como diputado; y si no es posible, le buscamos un “güesito” en alguna Junta Directiva o embajada. O le buscamos una beca, con todo pago.
Uyy así ¿Cómo vamos a salir adelante? ¿Cómo no va a estar desmoralizadas todas las nuevas generaciones? No hay esperanzas, no hay oportunidades. Las oportunidades se obtienen siendo incondicional, pegabanderas, o soba levas de los políticos. Si no se tiene el padrinazgo, la recomendación adecuada, no va a tener su trabajo, su beca, su préstamo. Esta es la triste y vergonzosa realidad.
Por eso estamos mal. Desde aquí empieza el germen de la corrupción. La gente buena no tiene oportunidad y está frustrada.
Ejemplos sobran. Aquel “arrecho” que ha sido Presidente de la CCSS, Ministro de Educación, Presidente del ICE -un sabio en Seguridad social, educación y electricidad….que bárbaro-. O el otro que es Ministro de Ambiente, Jefe de campañas, Ministro de Relaciones Exteriores. Y tantos otros que pasan de un lugar a otro. Están siempre dispuestos a sacrificarse por el país, ahí donde los llame el partido o el gobierno de turno.
Y esto ha funcionado para los partidos tradicionales que nos han gobernado. Son los mismos. La misma mona con diferente rabo. Años de años de ver los mismos nombres en las “ubres” del Estado.
Necesitamos una renovación. Sangre nueva. Las nuevas generaciones tienen derecho a la esperanza. Que les den la oportunidad no por herencia, sino por capacidad, honestidad y otros valores éticos y morales.
Alexander Bonilla Durán