Hay que luchar por hacer bien el trabajo, por compartir la vida familiar, por recuperar la salud, comprender, perdonar y hasta olvidar. El problema surge cuando en el fragor de esa lucha se pierde la cordialidad, la cortesía y la dulzura, que vuelven la vida más plácida y feliz. Uno olvida que los demás necesitan un gesto de gratitud, de reconocimiento por lo bueno que han hecho por nosotros. Esa gratitud gentil emociona al que la recibe y da paz y ternura a quien la expresa.
Yo quisiera proponerles un ejercicio de cordialidad y gentileza que nos llene de buenos sentimientos y de serenidad. Escribámonos una carta que oriente el pensamiento hacia la gratitud y el afecto cordial, en vez de enzarzarnos en la rivalidad y el enfrentamiento, que solo dejan más amargo el corazón.
Voy a empezar yo. Esta es mi carta para usted que me escucha a través de la radio. No nos conocemos pero hemos estado en un contacto íntimo, ese contacto que se vive cuando uno escucha las palabras que alguien le dirige, prestando su atención y permitiendo que los sonidos le lleven las ideas, las emociones y los sentimientos que alguien le transmite hasta su propia mente.
Querido radioescucha: quiero expresarle mi gratitud y mi satisfacción de saber que usted escucha mis palabras. En medio de una presa, en su lugar de trabajo, o en la cocina de su hogar, usted me hace el honor de escucharme y prestarme su honrosa atención. Me da la oportunidad extraordinaria de compartir mis ideas, mis sentimientos y mis emociones. Me siento menos solo hablando con usted, y espero que lo mismo le ocurra comunicándose conmigo. Quizá podamos juntos descubrir y valorar las cosas positivas de nuestra vida personal, familiar, laboral y nacional. Gracias por escucharme, y tengo la esperanza de que algún día pueda escucharle a usted. Con mucho afecto.
Francisco Escobar Abarca