El triunfador en cambio es de una estirpe diferente, el balance de su obra final lo distingue, enaltece, lo eleva del resto de los mortales.
La noticia divulgada en distintos medios con respecto a la queja del gobernante Luis Guillermo Solís, porque al inicio de su gestión se le da poco reconocimiento a su obra, es a todas luces prematura, ahora a lo que se debe dedicar por entero es a ¡gobernar!
Ya Luis Guillermo obtuvo el favor del voto mayoritario en las urnas, no obstante; será al momento de entregar la banda presidencial y aún años después, cuando se le juzgue, entonces se aclarará si además de ese acontecimiento fortuito, será un triunfador o un expresidente más.
Año y medio de ejercicio del poder es muy poco tiempo para reclamar reconocimiento, no le sienta bien al Presidente de la República quejarse cuando en buena lid apenas debería estar colocando el andamiaje del cambio que le prometió a los electores, aún está a tiempo de emprender las grandes obras, que ciertamente no verá concluidas, pero que llevarían su huella indeleble.
Guanacaste está sedienta, en tanto miles de litros de agua se desperdician en el mar, el esperado enorme depósito del preciado líquido que se ubicaría en Bagaces aguarda la decisión de un gobernante visionario.
En la postrada zona sur la construcción de un aeropuerto internacional duerme el sueño de los justos, estos son apenas dos ejemplos de importante obra pública que no despega, en el plano social las grandes inequidades reclaman la visión de un estadista.
Luis Guillermo apunte a las estrellas! Talvez sus lanzas alcancen la cima de algún cerro, solo así estará en la ruta que distingue al ganador efímero de los verdaderos triunfadores.