El mundo y el país está en una encrucijada energética. Debemos evolucionar hacia tecnologías limpias y renovables, si queremos enfrentar satisfactoriamente los desafíos energéticos del futuro cercano y mediano. El país no puede llegar al año 2030-50 (a la vuelta de la esquina) sin tener garantizado la satisfacción de la demanda energética de una población e industria creciente. No podremos salir del subdesarrollo, de la pobreza, si no tenemos energía limpia y renovable para entonces. Esto es una realidad incuestionable.
Hemos sido bendecidos por los pensadores energéticos del pasado que nos han permitido llegar a esta altura del siglo XXI con energía limpia como la hidroeléctrica. Esto ha sido bueno y provechoso y nos ha permitido tener el desarrollo que tenemos. Pero este modelo debe repensarse y readaptarse a las necesidades de la moderna población, las nuevas tecnologías, el deterioro ambiental de las fuentes, el calentamiento global.
Debemos ayudarle con nuevas fuentes limpias y renovables, como las eólica, solar, geotérmica y otras que no se han explorado o explotado como la de las mareas. Hoy con toda la tecnología y conocimiento podemos explotar y aprovechar energías guardadas en nuestras áreas protegidas, de una forma tal que dichas zonas no se vean afectadas, sino actúen como un servicio ambiental más que pueden brindar a los costarricenses. No debemos cerrarnos a modelos que fueron buenos en su momento, pero que con el crecimiento de la población, y los nuevos retos energéticos, ameritan replantearlos, con equidad y justicia ambiental.
Esta reconversión energética solo se puede llevar a cabo con voluntad política y se estima que podría darse en pocas décadas. Con el petróleo existente, hay tiempo para la migración energética; claro si se toman HOY las decisiones correctas. Pareciera que los indicadores ponen como fechas para la reconversión el año 2030-2050.
Pero también hay que decir, que hay que invertir en la reducción del consumo energético y en la eficiencia del mismo. Esto es vital tanto en viviendas, industrias, como el transporte. No solo para ahorrar uso de combustibles fósiles, sino también para controlar la contaminación atmosférica .Es obvio que en esta nueva cultura energética deben participar nuestros políticos, con una visión de estadistas; la población(sociedad civiI; el sector industrial y productivo(sector privado ).Todos deben interactuar, no solo para promover el uso eficiente de la energía, sino también para generar, si fuera del caso, y permitir la migración lo más pronto posible hacia nuevas fuentes de energía limpias y renovables.
Una energía limpia y renovable permitirá que nuestros descendientes tengan un ambiente más sano y equilibrado, que podamos permitir el desarrollo del país, y que salgamos de la pobreza y subdesarrollo. El país no puede esperar más para que se tomen las decisiones energéticas necesarias para satisfacer las necesidades del futuro próximo. Hay que actuar ya. El tiempo nos alcanza. Estamos en una encrucijada que nos llevará a la CLARIDAD o a la OSCURIDAD.
Alexander Bonilla Durán.
El mundo y el país está en una encrucijada energética. Debemos evolucionar hacia tecnologías limpias y renovables, si queremos enfrentar satisfactoriamente los desafíos energéticos del futuro cercano y mediano. El país no puede llegar al año 2030-50 (a la vuelta de la esquina) sin tener garantizado la satisfacción de la demanda energética de una población e industria creciente. No podremos salir del subdesarrollo, de la pobreza, si no tenemos energía limpia y renovable para entonces. Esto es una realidad incuestionable.
Hemos sido bendecidos por los pensadores energéticos del pasado que nos han permitido llegar a esta altura del siglo XXI con energía limpia como la hidroeléctrica. Esto ha sido bueno y provechoso y nos ha permitido tener el desarrollo que tenemos. Pero este modelo debe repensarse y readaptarse a las necesidades de la moderna población, las nuevas tecnologías, el deterioro ambiental de las fuentes, el calentamiento global.
Debemos ayudarle con nuevas fuentes limpias y renovables, como las eólica, solar, geotérmica y otras que no se han explorado o explotado como la de las mareas. Hoy con toda la tecnología y conocimiento podemos explotar y aprovechar energías guardadas en nuestras áreas protegidas, de una forma tal que dichas zonas no se vean afectadas, sino actúen como un servicio ambiental más que pueden brindar a los costarricenses. No debemos cerrarnos a modelos que fueron buenos en su momento, pero que con el crecimiento de la población, y los nuevos retos energéticos, ameritan replantearlos, con equidad y justicia ambiental.
Esta reconversión energética solo se puede llevar a cabo con voluntad política y se estima que podría darse en pocas décadas. Con el petróleo existente, hay tiempo para la migración energética; claro si se toman HOY las decisiones correctas. Pareciera que los indicadores ponen como fechas para la reconversión el año 2030-2050.
Pero también hay que decir, que hay que invertir en la reducción del consumo energético y en la eficiencia del mismo. Esto es vital tanto en viviendas, industrias, como el transporte. No solo para ahorrar uso de combustibles fósiles, sino también para controlar la contaminación atmosférica .Es obvio que en esta nueva cultura energética deben participar nuestros políticos, con una visión de estadistas; la población(sociedad civiI; el sector industrial y productivo(sector privado ).Todos deben interactuar, no solo para promover el uso eficiente de la energía, sino también para generar, si fuera del caso, y permitir la migración lo más pronto posible hacia nuevas fuentes de energía limpias y renovables.
Una energía limpia y renovable permitirá que nuestros descendientes tengan un ambiente más sano y equilibrado, que podamos permitir el desarrollo del país, y que salgamos de la pobreza y subdesarrollo. El país no puede esperar más para que se tomen las decisiones energéticas necesarias para satisfacer las necesidades del futuro próximo. Hay que actuar ya. El tiempo nos alcanza. Estamos en una encrucijada que nos llevará a la CLARIDAD o a la OSCURIDAD.
Alexander Bonilla Durán.