Martes, 12 Enero 2016 11:54

El toro nos coge a todos.

Mujeres golpeadas, hombres lesionados, una persona que requirió de una cirugía de cinco horas con todo el equipo humano de especialistas procurando salvarle la vida, a alguien que hasta hace unos minutos estaba en la lozanía de la juventud, así lo reseño el doctor Walter Vega Gómez, Jefe del Servicio de Cirugía General del Hospital Calderón Guardia, en un llamado a la conciencia formulado en un medio escrito de circulación nacional.

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Al 4 de enero según el galeno eran 44 los pacientes trasladados al centro médico capitalino, todos provenientes del redondel del Zapote, para muchos que viven y lucran de esta suerte de circo romano, las corridas han sido muy buenas, se solazan repitiendo cornadas y revolcones, que dejan buenos dividendos en las arcas de las televisoras y de quienes medran con este negocio revestido con el halo de tradición.
Es inconcebible que una persona en su sano juicio arriesgue su integridad física, pero quizá lo más grave, es que al final paguemos su osadía como si el toro nos hubiera literalmente cogido a todos, a fin de cuentas el régimen solidario de Seguro Social es el que soporta la carga financiera, toda vez que la póliza de riesgos si acaso alcanza para costear el traslado en ambulancia.
En este país hay avidez de ingresos al erario público, si se gravara la estupidez por un lado y el negocio por el otro, a lo mejor equilibramos el déficit fiscal que pesa como otra loza encima de todos los ciudadanos.
Mientras tanto, al menos deberían colocarse protectores en los cuernos de los animales (me refiero a los toros por supuesto) a fin de minimizar las lesiones de los improvisados, no permitir un montador sin el peto de protección y el casco respectivo, exigir pólizas que ayuden en la recuperación de los heridos y en las discapacidades que muchas veces quedan para el resto de la vida.
Los toros no son solo asunto de los insensatos que se meten a un redondel, a fin de cuentas la bestia nos coge a todos.