Anabel González, Ministra de Comercio Exterior
El 6 de mayo, Costa Rica, al igual que Panamá, concluyó un tratado de libre comercio con Perú; otros países centroamericanos continúan negociando. Tres aspectos hacen de este TLC un caso interesante.
Primero, se siguió un proceso pragmático de negociación. En efecto, dado que los países participantes han suscrito tratados similares con otros socios comerciales, desde un inicio se planteó que se aprovecharía esta experiencia. Esto se manifestó en la decisión de utilizar como base dichos acuerdos y concentrar la discusión en aspectos puntuales de la parte normativa y en el programa de desgravación arancelaria, lo cual permitió programar una negociación estructurada, que se llevó a cabo en un plazo menor que el de otros procesos.
Parte del pragmatismo se reflejó en la decisión de que una buena parte de la negociación fuera con todos los países en la mesa –sin necesidad de contar con una sola vocería-, pero que también se pudiese cerrar el proceso de manera bilateral entre cada país centroamericano y Perú, de modo que cada uno pudiera atender sus prioridades y necesidades.
Segundo, los resultados alcanzados son buenos. Entre los temas a destacar se incluye la garantía de que las mercancías producidas bajo zona franca gozarán de preferencias arancelarias; una combinación de reglas de origen rígidas y flexibles, dependiendo del interés del sector productivo; la posibilidad de utilizar materias primas de otros países con los que se tengan acuerdos en común para exportar en el marco del tratado; un programa de desgravación arancelaria con una cobertura muy amplia, con un número alto de incisos arancelarios en libre comercio; y una serie de resultados específicos que combina condiciones favorables de acceso de productos costarricenses al mercado peruano como carne, palmito, aceite de palma, chocolates y productos de cacao, té, entre otros, y la atención adecuada de productos con alguna sensibilidad puntual. Del Perú ingresarán sin pagar aranceles productos como espárragos, aceitunas, naranjas y mandarinas, uvas, productos de cacao, telas, joyas y metales preciosos, entre otros.
Tercero, este es un TLC de gran proyección para la pequeña y mediana empresa costarricense. El TLC abre un mercado de 30 millones de personas, con un creciente poder adquisitivo –Perú crecerá este año 7.5%-, cercano y con rutas consolidadas de transporte, y con el que se comparten idioma y costumbres. No es casualidad que el cierre del proceso de negociación en Lima estuviese acompañado de una exitosa misión comercial con la participación de 15 empresarios nacionales interesados en explorar oportunidades para cerca de 50 productos, incluyendo pastas de arroz y sopas, detergentes, ungüentos medicinales y equipos de conteo de personas. Desde la óptica de la inversión, Costa Rica se perfila como plataforma para el ingreso de productos peruanos al mercado centroamericano, mientras que en Perú, donde ya hay inversionistas costarricenses, el TLC brindará la certidumbre propia de estos acuerdos.
En las próximas semanas concluirá la revisión legal, a fin de proceder a su firma a fines de mayo y posterior envío a la Asamblea Legislativa para su aprobación. Fortaleceremos así nuestra plataforma de comercio exterior con una mayor presencia en América del Sur, abriendo más oportunidades para productores y consumidores nacionales.
Anabel González, Ministra de Comercio Exterior
El 6 de mayo, Costa Rica, al igual que Panamá, concluyó un tratado de libre comercio con Perú; otros países centroamericanos continúan negociando. Tres aspectos hacen de este TLC un caso interesante.
Primero, se siguió un proceso pragmático de negociación. En efecto, dado que los países participantes han suscrito tratados similares con otros socios comerciales, desde un inicio se planteó que se aprovecharía esta experiencia. Esto se manifestó en la decisión de utilizar como base dichos acuerdos y concentrar la discusión en aspectos puntuales de la parte normativa y en el programa de desgravación arancelaria, lo cual permitió programar una negociación estructurada, que se llevó a cabo en un plazo menor que el de otros procesos.
Parte del pragmatismo se reflejó en la decisión de que una buena parte de la negociación fuera con todos los países en la mesa –sin necesidad de contar con una sola vocería-, pero que también se pudiese cerrar el proceso de manera bilateral entre cada país centroamericano y Perú, de modo que cada uno pudiera atender sus prioridades y necesidades.
Segundo, los resultados alcanzados son buenos. Entre los temas a destacar se incluye la garantía de que las mercancías producidas bajo zona franca gozarán de preferencias arancelarias; una combinación de reglas de origen rígidas y flexibles, dependiendo del interés del sector productivo; la posibilidad de utilizar materias primas de otros países con los que se tengan acuerdos en común para exportar en el marco del tratado; un programa de desgravación arancelaria con una cobertura muy amplia, con un número alto de incisos arancelarios en libre comercio; y una serie de resultados específicos que combina condiciones favorables de acceso de productos costarricenses al mercado peruano como carne, palmito, aceite de palma, chocolates y productos de cacao, té, entre otros, y la atención adecuada de productos con alguna sensibilidad puntual. Del Perú ingresarán sin pagar aranceles productos como espárragos, aceitunas, naranjas y mandarinas, uvas, productos de cacao, telas, joyas y metales preciosos, entre otros.
Tercero, este es un TLC de gran proyección para la pequeña y mediana empresa costarricense. El TLC abre un mercado de 30 millones de personas, con un creciente poder adquisitivo –Perú crecerá este año 7.5%-, cercano y con rutas consolidadas de transporte, y con el que se comparten idioma y costumbres. No es casualidad que el cierre del proceso de negociación en Lima estuviese acompañado de una exitosa misión comercial con la participación de 15 empresarios nacionales interesados en explorar oportunidades para cerca de 50 productos, incluyendo pastas de arroz y sopas, detergentes, ungüentos medicinales y equipos de conteo de personas. Desde la óptica de la inversión, Costa Rica se perfila como plataforma para el ingreso de productos peruanos al mercado centroamericano, mientras que en Perú, donde ya hay inversionistas costarricenses, el TLC brindará la certidumbre propia de estos acuerdos.
En las próximas semanas concluirá la revisión legal, a fin de proceder a su firma a fines de mayo y posterior envío a la Asamblea Legislativa para su aprobación. Fortaleceremos así nuestra plataforma de comercio exterior con una mayor presencia en América del Sur, abriendo más oportunidades para productores y consumidores nacionales.