Para algunos, dejar guardado el vehículo, significa viajar con un vecino o hacerlo en el transporte público, pareciera que el don de la gratitud por suerte no se ha perdido del todo, es como si estuviera en un estado de latencia y como el fuego ya en cenizas, hay que soplar para que cobre vida, particularmente he observado que cuando alguien se baja del bus y le da las gracias al conductor, muchos de los que vienen detrás hacen los mismo y esto es un bálsamo bien recibido por un trabajador tan importante como lo es el chofer del bus.
Me resisto a que se pierda la buena costumbre del saludo afectuoso, cuando ingreso a un ascensor, digo: ¡Buenos días! y si nadie contesta, exclamo en voz alta: “lástima que aquí no vienen personas educadas” y esto hace las veces de un chuzo, entonces al unísono responden.
Nadie puede ocultar que estos son tiempos de carencias económicas y materiales para la inmensa mayoría, pero nadie es tan pobre que no tenga un saludo, una sonrisa, una expresión de gratitud para sus semejantes.
Cuando se llega a solicitar un servicio, sea en el sector público o privado, con las agradables excepciones del caso, es como si se llegara a pedir un favor de gracia, la pregunta es: ¿Que sería de las empresas o instituciones si nadie demandara los servicios? simple y sencillamente esa persona a veces con cara de limón agrio no tendría su trabajo. El ser humano que saluda, sonríe y es afectuoso, es alguien lleno de gracia.
Meditemos en el valor de los buenos hábitos y por todos los medios luchemos para que no se pierdan, de momento, por haber escuchado este comentario: ¡Que tenga un lindo día¡ y ¡muchas gracias por el favor de su atención¡
COMENTARIO DE JOSÉ LUIS VALVERDE MORALES.