Sábado, 09 Octubre 2010 14:49

El oro y el llanto…

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A través de los tiempos se ha dado en nuestro país una situación que me preocupa y duele, y es nuestro reclamo a otros por la explotación de nuestro continente.
Pero, desde mi óptica veo claro que nosotros o la inmensa mayoría somos de los mismos que llegaron a este continente en tiempos de la conquista. Somos descendientes de los que señalamos como abusadores que vinieron de Europa hace más 500 años. Simplemente, muchos regresaron y otros se quedaron: nuestros antepasados; y por consiguiente, aquí estamos nosotros.
Sin embargo, nos ha dado muchas veces por lamentarnos y llorar… por derramar lágrimas de cocodrilo y alegar que los españoles "nos" explotaron; y decimos que nos arrebataron el oro, pero… yo pregunto: ¿a nosotros?
Los humillados, desterrados y explotados han sido y son los indefensos indígenas o aborígenes, legítimos propietarios de ésta, que llamamos nuestra tierra. Mismos que aquí vivían hace 500 años y mucho más de 1000.
Alguien me decía malquerer a los españoles por… por “lo que nos hicieron” durante la conquista.
Pregunté, una vez más: ¿a nosotros? Y agregué: ¿y qué hacemos nosotros de nuevo y bueno? ¿Los indígenas, dónde y en qué condiciones están viviendo? ¿Los integramos a nuestra sociedad, como Dios manda, según lo que predicamos?   ¿Los recompensamos por lo que les hicieron y les quitaron aquellos a quienes señalamos como los terribles europeos que llegaron a conquistar estas tierras?  O, ¿simplemente continuamos con la misma actitud de aquellos, nuestros parientes lejanos?  ¿Y los arrinconamos, para no ver el pecado? ¿Hacemos algo para borrar ante Dios y ante nuestros hijos esa deuda?
Nosotros somos de los mismos a los que señalamos, ¡y peor aún!: han pasado más de 500 años y en lugar de recapacitar, arrepentirnos y ser justos, nos sentimos libres de deuda y de responsabilidad; y hasta regresamos a la infancia de inmediato y decimos: yo no fui, fue teté…
¡Cómo no somos de los primeros que desembarcaron, olvidamos de quiénes descendemos y qué hacemos o no hacemos de bueno con “nuestros hermanos indígenas”! ¿O nos hacemos los desmemoriados, porque “nos embarcaron” y no supimos como manejarnos…?
Pidámosle a Dios que nos ayude a reaccionar, y realmente les tendamos las manos a nuestros… ¿hermanos indígenas?
Compartamos con los indígenas, con los que fueron conquistados, lo mucho o lo poco que hacemos y hagamos.
No tenemos ni cara ni dedo con que  señalar a otros, puesto que  descendemos de esos mismos a quienes señalamos; y desgraciadamente continuamos siendo partícipes, de una u otra forma,  o por uno u otro motivo, del maltrato y del abuso hacia los indígenas de parte de los llamados “blancos” que vinieron del otro lado del mundo.
Y si por nuestras venas corre determinado porcentaje de sangre aborigen… ¡con igual o mucho mayor razón rectifiquemos!
Comentario de Warren Lee
A través de los tiempos se ha dado en nuestro país una situación que me preocupa y duele, y es nuestro reclamo a otros por la explotación de nuestro continente.
Pero, desde mi óptica veo claro que nosotros o la inmensa mayoría somos de los mismos que llegaron a este continente en tiempos de la conquista. Somos descendientes de los que señalamos como abusadores que vinieron de Europa hace más 500 años. Simplemente, muchos regresaron y otros se quedaron: nuestros antepasados; y por consiguiente, aquí estamos nosotros.
Sin embargo, nos ha dado muchas veces por lamentarnos y llorar… por derramar lágrimas de cocodrilo y alegar que los españoles "nos" explotaron; y decimos que nos arrebataron el oro, pero… yo pregunto: ¿a nosotros?
Los humillados, desterrados y explotados han sido y son los indefensos indígenas o aborígenes, legítimos propietarios de ésta, que llamamos nuestra tierra. Mismos que aquí vivían hace 500 años y mucho más de 1000.
Alguien me decía malquerer a los españoles por… por “lo que nos hicieron” durante la conquista.
Pregunté, una vez más: ¿a nosotros? Y agregué: ¿y qué hacemos nosotros de nuevo y bueno? ¿Los indígenas, dónde y en qué condiciones están viviendo? ¿Los integramos a nuestra sociedad, como Dios manda, según lo que predicamos?   ¿Los recompensamos por lo que les hicieron y les quitaron aquellos a quienes señalamos como los terribles europeos que llegaron a conquistar estas tierras?  O, ¿simplemente continuamos con la misma actitud de aquellos, nuestros parientes lejanos?  ¿Y los arrinconamos, para no ver el pecado? ¿Hacemos algo para borrar ante Dios y ante nuestros hijos esa deuda?
Nosotros somos de los mismos a los que señalamos, ¡y peor aún!: han pasado más de 500 años y en lugar de recapacitar, arrepentirnos y ser justos, nos sentimos libres de deuda y de responsabilidad; y hasta regresamos a la infancia de inmediato y decimos: yo no fui, fue teté…
¡Cómo no somos de los primeros que desembarcaron, olvidamos de quiénes descendemos y qué hacemos o no hacemos de bueno con “nuestros hermanos indígenas”! ¿O nos hacemos los desmemoriados, porque “nos embarcaron” y no supimos como manejarnos…?
Pidámosle a Dios que nos ayude a reaccionar, y realmente les tendamos las manos a nuestros… ¿hermanos indígenas?
Compartamos con los indígenas, con los que fueron conquistados, lo mucho o lo poco que hacemos y hagamos.
No tenemos ni cara ni dedo con que  señalar a otros, puesto que  descendemos de esos mismos a quienes señalamos; y desgraciadamente continuamos siendo partícipes, de una u otra forma,  o por uno u otro motivo, del maltrato y del abuso hacia los indígenas de parte de los llamados “blancos” que vinieron del otro lado del mundo.
Y si por nuestras venas corre determinado porcentaje de sangre aborigen… ¡con igual o mucho mayor razón rectifiquemos!
Comentario de Warren Lee
Y2K

Representante de la empresa Y2K Webs.